Pedir que la clase política sea humilde es lo mismo que rogarle a un piloto de carreras
profesional que no corra, ganas de gritar en el desierto, aunque por falta de humildad se
han perdido muchos clavos y con ellos las herraduras y los caballos (de carrera o de
batalla) que las llevaban.
Para que en un grupo se despierten los demonios no hay más que decirle a unos cuantos
que tienen madera de líderes y que no se sabe muy bien lo qué hacen trabajando con tal
o cual jefe. A partir de ahí comenzarán toda una serie de pasos que conducen al
susodicho (masculino o femenino) a emprender la batalla (cruenta o incruenta) en
búsqueda del rol que piensa le corresponde. Sin importarle lo qué se rompa por el
camino.
¿Por qué en una demarcación regional o nacional tienen mayor influencia las
agrupaciones políticas pequeñas que las grandes? Porque éstas últimas están siempre
divididas. Y divididas no reúnen el número necesario de personas o votos para imponer
democráticamente su propio parecer, que puede no coincidir con el de los territorios más
chicos o más rurales. Entendido, a priori, (como creencia fundamental) el que en política
cada uno se busca la vida, no queda otra que juntar mucho ejército y pedir que los
cánticos de sirena no te lo arrebaten.
Se pierden los tronos cuando los integrantes de un grupo trabajan desestabilizando y no
dando respeto y apoyo al mejor posicionado para aglutinar alrededor de él o ella el mayor
número posible de simpatizantes. Se pierden los tronos cuando se juega a “que yo soy
mejor” y por ello ayudo a hacer caer al que dirige con el único argumento (nunca
confesado explícitamente) de que luego algo tocará en el reparto. Se pierden los tronos
cuando gente recién llegada se mete a pleitear en territorio desconocido, sin manejar las
reglas que rigen allí y se equivocan.
Y cuando se pierde un trono, cuesta mucho tiempo recuperarlo. Porque el que llegó (aún
con malas artes) lo defiende con uñas y dientes, aunque, a continuación, lleve a toda la
organización a un implícito cambio de objetivos, reglas y métodos, mientras los
conmilitones miran hacia otro lado, disculpándolo. Y así el objetivo será (por encima de
todos los otros) el de permanecer a toda costa el tiempo suficiente para llegar a una
jubilación adecuada y las reglas usadas seguirán la lógica de quienes manden, con
métodos propios de un grupo cerrado y férreo (por decirlo elegantemente)
Pero tengan cuidado las organizaciones, pues de seguir las cosas como ahora, infringidas
una y otra vez las normas básicas de cualquier carta social de derechos y deberes entre
ciudadanos y políticos puede ocurrir que muchos de los primeros empiecen a dejar de ver
como necesarios a los segundos (sean del signo que sean) para preservar los marcos
sociales de convivencia y democracia. Y porque, llegados a ese punto, les quedaría muy
corta vida profesional. Tan aburrida la ciudadanía de ellos que viese mejor vivir
desprovista del sentido del compromiso entre lo personal y lo colectivo, y desde luego sin
tener que pagar entre todos a una clase ni determinante ni eficiente. De ahí a la nueva
casilla imprevista (ustedes imaginen lo qué quieran) no hay más que un pequeño golpe
de cubilete.
CONTEXTO ACTUAL, Grupo de análisis político y social, formado por especialistas en diversas materias, de carácter crítico, preocupado por la situación actual.