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Adicción: Dícese del acto incontrolado que ata a una persona a una acción que le va a provocar unos instantes de placer a pesar de conocer sus efectos secundarios y que ocurre desde una impulsión mediada por unos imanes del sistema nervioso central (neurotransmisores) que le llevan a dicha acción aunque en el fondo no quiera, o sí (M.Molner).

Mi amiga Marian me incitó a ella hace más de 20 años. Recuerdo a Johan Cruyff con sus chupa-chups y me digo: “Yo también puedo”. Pero luego pienso:” Si realmente, no será tan malo”, “Si hasta el almuerzo no voy a comer nada”, “Ese sabor, ese subidón integral”. Las justificaciones aparecen siempre, confesaré mi adicción sin sentir vergüenza:

Desayuno las galletas de 3 en 3 (Soy una Triki-Fan).

El problema es que algunas adicciones tienen mejor fama que otras, dependerá de tu contexto y de tu género el que sean consideradas “apropiadas” o no. Hubo un tiempo en España, en el que no quedaba bonito ver a una mujer fumando, se la asociaba a la “mala vida”, mientras los hombres con sus puros con carajillo alardeaban con sus aros de humo.

Si hablamos de sexo, ni te cuento, a las de mi quinta nos viene a la cabeza la peli en la que el actor Michael Douglas era acosado por su jefa, Demi Moore, que le obligaba a mantener sexo, y pobrecito, luego resultó que en la vida real, el que padecía adicción al sexo era él. Es triste ver al hombre que alardea de sus “conquistas” delante de sus amigos para intentar subir su nivel de hombría, mientras que si lo hace una mujer el adjetivo cambia y en vez de ser envidiada por sus amigas, lo primero que pensarán es “Será guarrra” (No hay errata, es para darle mayor sentimiento). Esta es la consecuencia de haber mamado desde nuestra tierna infancia los estereotipos que hay que seguir para estar “en la senda correcta” de lo que se espera de cada una.

La juventud está en la primera línea de batalla y sin formación en la igualdad desde su infancia, complicada será la victoria. Nuestra misión es abrir los ojos a esas chicas que siguen las normas de sus parejas como si se tratara de una adicción y curarles a ellos la suya de “mando yo porque ella es mía”. Esto ya pasaba antes de Cristo, Alypia en “España, la novela” fue una víctima igual que las esclavas de “Vikingos” o la cara B de la gran Aretha Franklin que ya nos dejó.

Ojalá todo esto vaya cambiando con el tsunami en los medios de voces que hablan claro y rotundo sobre estas desviaciones que hemos sufrido a lo largo de la historia. He conocido a gente adicta al juego, las drogas y al alcohol y he visto la destrucción de sus pilares más básicos, es fundamental trabajar con cada uno de ellos para ayudarles a salir del pozo y necesito que alguien me explique cómo puede ser que haya famosos haciendo publicidad de apuestas en la televisión y puedan seguir durmiendo tranquilos.

He sido adicta a comerme las uñas durante casi 40 años y sé lo difícil que puede resultar dejar “el vicio”. Ahora me acabo de “enganchar” al tahín (puré de sésamo), que siempre será mejor que el tarro de leche, cacao, avellanas y azúcar y mis huesos me lo agradecerán por ser una fuente de calcio estupenda. En los últimos años estamos ante una pandemia brutal, no llevo gallato pero cuando veo parques con jóvenes en los que cada uno está con su móvil siento una pena inmensa.

Se ha perdido la comunicación, nos estamos transformando en robots mientras la tecnología, ilusa, intenta meterles sentimientos a estos cacharritos; tenemos las calles y los autobuses llenos de autómatas que acabarán con dolor de espalda y fibrosis en sus manos de tanto darle a la maquinita. Y lo digo yo, que me tengo que dejar el móvil en casa cuando voy a la playa, que me cuesta horrores no contestar en twitter o que es lo primero a mirar tras modo avión nocturno.

Como si fuera final de año, voy a hacer el propósito de no abrir redes sociales por un tiempo, aunque cuando vuelva abrirlas, con la excusa de ver reacciones a este artículo, estarán tan llenas de contenido que me estreso sólo de pensarlo, por lo menos he conseguido llegar al nivel Zen de reírme de las críticas que sólo pretendían enfadarme 😉

MONIKA MOLNER/DIARIO 16

Pd: mi cuenta es @MonikaMolner