españa vaciada
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españa vaciadaSupongo que tras intensas cavilaciones y sesudas reflexiones nuestros políticos han puesto de moda hablar de la España vacía, vaciada o abandonada. Tratan el tema como si esta situación fuese cosa moderna, de hace unos días.

La llamada España vacía, vaciada o abandonada comprende básicamente las zonas rurales del interior de España: Castilla y León, Extremadura, Castilla la Mancha, Aragón, Galicia, Asturias, Cantabria, La Rioja y Andalucía.

El vaciado de la España interior no es un acontecimiento reciente ni mucho menos; es el resultado de un proceso ininterrumpido que se inició hace mucho tiempo. Comenzó cuando los capitales financieros españoles se concentraron para industrializar el País Vasco y Cataluña a finales del siglo XIX y principios del XX. Este hecho dio lugar a las primeras emigraciones masivas a estas regiones, especialmente desde Extremadura y Andalucía. La miseria existente en las zonas sureñas cuya economía dependía exclusivamente de la tierra y sus latifundios, expulsaba de ellas a miles y miles de hombres y mujeres en busca de trabajo en las áreas industriales.

Con Franco parecía que en España empezaba a amanecer, pero sólo salió el sol en parte de ella. Precisamente en aquellas regiones que habían sido más revolucionarias y en buena parte causantes del triste episodio de guerra civil que asoló España durante tres crueles años, rompiendo y devastando el país.

La dictadura franquista favoreció descaradamente a Cataluña y al País Vasco derivando allí ahorros y capitales estatales y privados, probablemente con la intención de tener contentas a estas regiones y que sus ansias independentistas se adormecieran. El resultado obtenido lo estamos viviendo ahora. ¡Menudas lumbreras¡

Esta forma de proceder dio lugar a emigraciones masivas desde la España interior, que comenzaron con inusitada intensidad a raíz del programa de estabilización de 1958 y que duraron en su período álgido hasta el final de la década de los 70. Ingentes muchedumbres que buscaban su sustento se desplazaban a las regiones privilegiadas por el dictador, vaciando el interior de España.

Ayudas a la siderurgia y al sector industrial vasco, así como a los sectores textil y químico catalanes; ubicación en Barcelona de la SEAT y proteccionismo a estos sectores, dieron como resultado que, por ejemplo, en Extremadura alrededor de 500.000 personas se vieran obligadas a emigrar, privando a la región extremeña de un capital humano imprescindible para su futuro desarrollo.

No contentos con lo anterior, los jerarcas franquistas se inventaron despropósitos tales como el trasvase Tajo – Segura, mecanismo por el que se “robaba” a Castilla la Mancha, Madrid y Extremadura, un recurso básico para su desarrollo como es el agua. El pretexto para justificar esta engañifa fue que la huerta levantina era un vergel y producía mucho y se llegó a calificar el trasvase como de “supremo interés nacional”. En el anteproyecto de 1967 se retorcieron los datos de aportaciones de lluvia en la cabecera del Tajo para justificar un trasvase de 1.000 Hm3 /año. Como la barbaridad era de tal calibre que daba vergüenza ajena, lo dejaron en 600 Hm3/año. Luego no se superarían los 350 Hm3/año. No hay agua. Y la que hay se la llevan a Levante. 60 Hm3 este verano. Sólo tuvieron en cuenta en el balance hídrico entre la cuenca cedente y las cesionarias las aguas superficiales. Las aguas subterráneas de las que hay abundancia en Levante, las dejaron de lado. Increíble.

Modernamente y ya en período democrático, continúan los favoritismos a catalanes y vascos, estos últimos además gozan de fiscalidad especial, que cuentan con fuertes partidos nacionalistas y separatistas. Para tratar de frenar sus ansias soberanistas y sobre la falacia de que tienen más población se les construyen las mejores infraestructuras de todo tipo: hospitalarias, de carreteras, ferroviarias, aeroportuarias, y de telecomunicaciones, mientras que la España interior y especialmente las zonas más despobladas carecen de ellas y de unos servicios básicos dignos, comenzando por la sanidad o las infraestructuras.

Un ejemplo: el corredor mediterráneo que une Cataluña, Valencia, Murcia y el este de Andalucía se considera prioritario y se están desarrollando cuantiosas inversiones por parte de Adif, muñidas por un lobby de intereses poco claros.

Todas estas actuaciones, junto al bajo nivel de desarrollo del interior de España, todavía muy ligado al medio rural y sin industrialización importante, han originado la existencia de zonas españolas en las que la despoblación es muy acusada, junto a otras como Extremadura en donde el despoblamiento es de ritmo más lento, aunque se continúe perdiendo población año tras año.

Ahora, cuando ya tiene difícil solución, nuestros políticos caen en la cuenta de que en el interior de España, salvo Madrid – la excepción por ser capital de España, favorecida por todos los regímenes incluido el actual de la transición – se está gestando un desierto poblacional.

Todo el mundo habla ahora de la España vacía, vaciada y abandonada, y los políticos arrastrados por la corriente de opinión manipulada por los medios de lo políticamente correcto, corren presurosos a predicar que solucionarán el problema.

No hay autonomía de esa parte de la España abandonada secularmente que no haya creado una consejería o secretaría general contra el despoblamiento. Pero no se atisba ni un solo programa creíble que contenga las acciones y presupuestos necesarios para evitar la fuga de personas. Entretanto nuestra España interior se vacía, hartos sus habitantes de ser españoles de segunda o de tercera división. Aunque pagan los mismos impuestos que los de la división de honor, los cuales llevan años y años disfrutando de unos servicios incomparablemente mejores.


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