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La peligrosa transición del Atlético

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Atlético de Madrid Las claves por las que pasa el éxito de la reinvención del cuadro rojiblanco

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Simeone ya había advertido antes del comienzo de la pretemporada que afrontaba el mayor desafío de sus ocho años en los que ha conseguido cambiar la historia del Atlético. Paciencia, paciencia y más paciencia recetaba contra el cambio de ciclo que iba a experimentar la plantilla y ante la profunda remodelación que habría de llevar al equipo a seguir compitiendo como en toda su etapa: rompiendo el duopolio de Real Madrid y Barcelona en LaLiga y tuteando a los principales transatlánticos europeos en la Champions. Una transición, en definitiva, que sin embargo presenta muchos peligros, pues si algo brilla por su ausencia en la vorágine diaria del fútbol es precisamente la paciencia. No hay más que atender a las claves por las que pasa el éxito de la reinvención del cuadro rojiblanco.

Atlético de Madrid – FC Barcelona J15

Los 22 tantos firmados por el Atlético tras 20 encuentros disputados evidencian una alarmante falta de gol. No podría ser de otra manera tras padecer el adiós de un Griezmann que cerraba su lustro como rojiblanco aupado al quinto lugar de la clasificación histórica de goleadores del club tras sus 133 dianas. Cualquier equipo acusaría la ausencia de uno de los tres finalistas del último Balón de Oro, campeón del mundo, máximo artillero de la era Simeone y referencia absoluta del ataque hasta el pasado mes de mayo.

El tiempo dirá si el portugués, flamante Golden Boy, acabará levantando algún día el Balón de Oro. O si El Cholo conseguirá lo que ya hizo con el propio Antoine, al que moldearía hasta convertirlo en una indiscutible estrella mundial. Lo que dice el presente es que a día de hoy Joao Félix aún está a años luz de poder compararse con el francés. Más allá de que haya costado 127 millones, no deja de ser un joven de 19 años al que se le adivina un talento enorme pero que sólo cuenta con una temporada como bagaje en el fútbol profesional.

El hispanobrasileño se postulaba (formando pareja junto a Morata) como el máximo estandarte para sostener a base de goles este periodo de transición. Más aún tras mostrarse en el verano, con póker en el 3-7 al Real Madrid incluido, como el depredador con el que Simeone llegó a conquistar una Liga. Sin embargo, la competición oficial ha dado paso a un Costa desconocido, en las antípodas de su mejor versión, que para colmo ha sufrido una hernia discal cervical que le mantendrá alejado de los terrenos de juego al menos hasta febrero.

Pese a los 240 millones invertidos por el Atlético en fichajes durante el pasado verano, ninguno se produjo abonando su libertad, como ocurrió con las salidas del propio Griezmann (120), Lucas Hernández (80) y Rodrigo (70). Tres pilares, una columna vertebral, de mayor valor que las ocho caras nuevas incorporadas a la plantilla. Por si no fuera suficiente el agujero que dejaba el francés, Simeone también perdía a dos piezas llamadas a marcar época en la próxima década, otro campeón del mundo y el timón sobre el que la selección edificará su futuro. Ni Mario Hermoso ni Marcos Llorente significan lo mismo ni mucho menos.

Trippier, Felipe, Mario Hermoso y Lodi (o Saúl como sucedió ante el Barcelona) conforman a lo largo de los últimos ocho encuentros del Atlético la zaga de Simeone. Una línea que tras las despedidas de Juanfran, Godín, Filipe y el mencionado Lucas, además de las lesiones de Giménez y Savic, resulta totalmente novedosa respecto a la del año anterior. Dicho de otro modo, la base sobre la que se han cimentado los éxitos rojiblancos en los últimos años se reconstruye por completo en este curso. Sólo Oblak sobrevive de lo que fue la zona de retaguardia.

El fin de los últimos rescoldos de la vieja guardia también ha sumido al nuevo plantel en una crisis de identidad. La idea de un equipo rocoso atrás, contragolpeador y letal arriba con la que El Cholo recuperó la esencia del club era interpretada prácticamente de memoria por los pesos pesados del equipo. Un gol a favor ha dejado de ser una garantía de triunfo como antaño y al equipo le cuesta mantener la regularidad en su juego. El notable progreso en los tres últimos partidos (pese a que los resultados no acompañaron), con un Herrera interpretando cada vez mejor los conceptos que tienen interiorizados los Koke, Saúl o Thomas evidencia que el engranaje es una cuestión de tiempo.

La salida de Godín no sólo ha mermado la defensa, sino también al vestuario. Con el uruguayo se fue mucho más que un simple jugador, se despidió el último gran líder que Simeone ha tenido sobre el campo, siguiendo la estela de los Gabi, Fernando Torres, Tiago, Raúl García… Aunque pocos como Koke para trasladar los valores del club a los recién llegados, el Atlético carece hoy en día de futbolistas que marquen el territorio, impongan al adversario y ejerzan una presión sobre los árbitros que asegure máximo respeto al equipo siempre.

Si el Atlético se ha convertido hoy en día en una prestigiosa marca global que despierta pasiones en cualquier esquina del planeta no ha sido por otro motivo que la capacidad de Simeone para obtener sistemáticamente el billete para la máxima competición continental que ha permitido al club multiplicar su presupuesto. De ahí que ocupar una de las cuatro plazas ligueras de las que se ha caído el equipo tras la derrota ante el Barcelona se antoja vital para conservar esta posición de bienestar. De lo contrario, las fuentes de ingresos se reducirían de tal manera que sería imposible mantener los sueldos y las inversiones de la plantilla. Una urgencia reñida por completo con la paciencia necesaria para una dulce transición.


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