Estamos asistiendo a una destrucción de las estatuas de personajes históricos, que se practican sin ningún criterio ni valoración objetiva de los hechos Se trata de las personas que según los que lo propugnan realizaron un grave daño social, que se aprecia aplicando a las situaciones los conceptos y los valores de la época actual. Las estatuas de Cristóbal Colón han sufrido atentados irracionales sin que los que realizan esa acción analicen cual fue la conducta del que se ataca, si era o no merecedor de que se erigiera un monumento a su persona ni cuáles fueron los motivos para reverenciarlos y elevarlos a un pedestal.
Siempre hay que tener en cuenta la opinión de grandes personalidades, por ejemplo el filósofo griego Tucidides defendiendo que la historia tiene que ser juzgada por los hechos que hay que estimar en el escenario histórico en el que se produjeron. De no hacerlo así, habría que derribar las Pirámides de Egipto, el Coliseo de Roma en el que se celebraban horribles combates propiciados por Nerón, cuya finalidad era la diversión de los asistentes al contemplar a las personas de los cristianos atacadas por los leones hambrientos. Sería un error no hacerlo así. De hecho se tildó a Herodoto de logógrafo por utilizar ese sistema con el que no se conservaría la Capilla Sixtina, ni el Arco del triunfo de Paris o el de Berlín y tantas obras de arte que se erigieron para loa de los patrocinadores y con toda probabilidad poniendo en riesgo de muerte a los trabajadores de las arquitecturas, que en aquel tiempo no disponían de una protección mínima para su trabajo, instado por los que han ganado las guerras para conocimiento de la historia.
Miles de obras de arte se han realizado para honra de los dictadores y dejar constancia de la magnitud de su poder, si bien conviene recordar que algunas de ellas pudieron servir a la humanidad, como los acueductos que llevaban agua a las ciudades, los embalses que recogían agua para paliar los períodos de sequía, las catacumbas para dar refugio a los perseguidos.
Deben valorarse las estatuas de descubridores que, como Cristóbal Colón realizaron viajes y descubrieron nuevos mundos. Hay que reseñar a los extremeños más destacados como Hernán Cortés sobre el que se han extendido sombras que oscurecen su conquista y su actuación, lo que no sucede con los héroes de otros países. Supieron en su iluminada visión “servir a Dios y a su Majestad“ y “dar luz a los que estaban en tinieblas”, como manifiesta Díaz del Castillo.
El profesor Ramón Tamames ha publicado un gran libro sobre Cortés al que considera “máximo protector de los indígenas”. El desembarco de los descubridores españoles en las costas del imperio de Moctezuma fue un hecho de gran relieve histórico y deben resaltarse, según el ilustre profesor, las aportaciones como el idioma que hoy es la lengua que hablan más de 600 millones de personas y tener presente que se encontraron con un mundo difícil, especialmente con la crueldad de las primitivas organizaciones locales que practicaban sacrificios humanos, muertes indiscriminadas que eran habituales entre los nativos y otras prácticas inicuas.
En aquellas tierras pueden descubrirse hoy, iglesias, escuelas, universidades, que son un legado valioso y no debe juzgarse a sus autores utilizando la óptica de los cinco siglos transcurridos, como mantiene Tamames. La historia no puede borrarse con la destrucción de monumentos o estatuas de valor histórico, una época cuyo estudio no debe fundarse exhibiendo solo las actuaciones negativas . Todorov escribió un tratado sobre el abuso de la memoria que a veces sobrepasa cualquier razonamiento.