¡Dios mío! ¿ Por qué me has abandonado ? Al escuchar esta frase histórica, una mujer de mediana edad, una más entre la multitud, se echó a llorar y dijo con voz tenue: ¡ Bravo, Jesús! Yo me emocioné también, después de casi dos horas de tensión contenida ante un espectáculo intimista, intensamente plástico, en ocasiones enervante pero sobre todo muy pegadito a la piel y al sensibilidad de los que hemos tenido la suerte de vivir de lleno esta primera Pasión Viviente que ya está en nuestra mente para los restos.
Es evidente el éxito conseguido por el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, con su director al frente, un incombustible y práctico Javier Sellers junto a la Unión de Cofradías Penitenciales, con su presidente Santos Benítez, que está en todas partes sumando datos para sus crónicas cacereñas, la ESAD, Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura, con su director escénico, Andrés Mata, que merece una crónica aparte por su extraordinaria visión del puro teatro de calle y como no César García, autor del texto de la Pasión Viviente, que por sí solo y su inestimable aportación en tantas cosas trascendentes para Cáceres merece el reconocido título de Hijo Predilecto de la ciudad de los condes y caballeros.
Desde la Plaza del Conde de Canilleros donde comienza el espectáculo religioso-popular hasta la de san Mateo donde se representa la Crucifixión «sin cruz «, ¡ qué belleza !, plas, plas, no importaba el frío, sí imperaba el respeto, la admiración e incluso la sorpresa ante lo que se estaba viendo. Actores, actrices, figurantes, personal de apoyo, colaboradores varios, todo a una, con Andrés Mata, siempre Andrés Mata dirigiendo, porque el evento transcurriera como estaba previsto, esto es, de plaza en plaza por las majestuosas calles, con esos adarves inconmensurables del recinto amurallado cacereño, cuyo escenario de piedra y luz, sea la hora que sea del día, lo hacen no diríamos único pero sí singular o peculiar.
La figura emocionante de un Jesucristo sobrecogido y pleno de dolor, por la incomprensión de la dictatorial dirigencia de la época y la manipulable y gritona plebe, se impuso en el ambiente de todo el recorrido, ante la admiración de un público cacereño que con su masiva y respetuosa presencia, admirable el silencio en algunas fases, contribuyó a que la Pasión Viviente se elevara hacia los helados cielos del entorno para cubrir con esplendidez los prolegómenos de una Semana Santa que por sí misma goza del reconocimiento internacional agraciadamente conseguido.
Jaime Costas interpretó un papel sublime como Jesucristo. Yo, que lo tuve tan cerca en algunos momentos, grabé la imagen de su rostro en mi retina para los restos, paso a paso, caída a caída, uf, me entraban inmensas ganas de acercarme a él y ayudarle en su dolor y cuando acabó el espectáculo lo abracé felicitándole por su brillantísima interpretación y su cuerpo exhalaba un calor incomprensible en la gélida noche monumental. » Gracias, gracias, soy actor», me dijo. !! Ooohh !!.
Cómo no citar a José María Núñez como Pilatos, Isidro Guerra en su papel de Herodes, a Tello y su Caifás, A Esperanza Díaz como María, madre de Jesús y a la centuria romana venida de Mérida con su intensa entrega y a los casi doscientos figurantes y ayudantes, entusiásticos en su altruista entrega, como todos los que participaron en el desarrollo del evento. Y de nuevo, el público, los ciudadanos cacereños y visitantes varios, con su inestimable aportación al éxito del espectáculo en esta tierra donde un día, al parecer y según frase del Conde de Canilleros, nacieron los dioses y a partir de este 22 de marzo de 2018, ha comenzado un suceso de categoría como es la Pasión Viviente, ojalá que por años y años para goce, emoción y deleite de tantos y tantos a los que nos gusta saborear la historia de esta ciudad y sus consecuencias.
