Nos esperan menos de seis meses en los cuales las elecciones próximas serán las auténticas estrellas mediáticas y de los mentideros o círculos políticos. No van a ser para menos. La situación por la que pasa la región extremeña, resumirla costaría una retahíla de artículos, no es como para andarse con remilgos y sí para que las formaciones políticas se tomen muy en serio que esta tierra y sus gentes necesitan de una vez por todas la atención debida y no la que algunos quieran decidir por su propia conveniencia.
Son varios los asuntos-problemas de urgente necesidad como son el paro, la fuga de jóvenes, la despoblación, las infraestructuras, el tren, la sanidad, la educación, la depresión social ligada a la pobreza, la discriminación de Cáceres respecto a Badajoz, así sin anestesia, que su atención-resolución es no solo harto complicada sino que como dicen algunos expertos en la materia » vamos, que ni en los próximos treinta años».
En los últimos días, nos vamos enterando, curiosamente, de la venida de Mister Marshall al uso y siempre en curiosas y determinadas fechas, que van a hacer de Extremadura de una vez por todas un vergel de trabajo, modernidad, progreso y ejemplo de desarrollo a envidia de aquellas otras comunidades que a día de hoy están bien lejos de ni siquiera acercarse a ellas en todo aquello que acabamos de enumerar. Los más escépticos, que suelen ser calificados de incrédulos derrotistas, se ríen mefistofélicamente de tales anuncios, cansados de tanta promesa incumplida, no digamos ya las referidas a plazos y hechos palpables. Los más optimistas se aferran una vez más a la posibilidad de la certeza sin que ésta, hasta el momento, haya hecho acto de presencia pero bueno, tiempo ha y el futuro deberá de ser nuestro de una vez por todas, dicen o se dice.
Según a quien se escuche así será a quien creamos, dependiendo del status o lugar en el que estemos ubicados. Eso ha sido así, al menos hasta ahora. Lo que ocurre es que desde la aparición e implantación de la tecnología on line con las abrumadoras redes sociales la cosa cambia y los conceptos y opiniones no digamos. Pero sobre todo del agobiante cúmulo de información que recibimos cada segundo, al margen de las horribles fake news tan en boga. De ahí, que en la actualidad los planteamientos a llevar a cabo con respecto a las campañas electorales lleven un gran poso de cambio de estrategias en función de como se vayan sucediendo los acontecimientos. Los gurús, los politólogos, los asesores de imagen y de campañas, están de moda y sin ellos parece como que ni no fuera a funcionar este país en caso de que no se apliquen debidamente sus tesis, teorías y vaticinios. A ellos se suman los » listos» que hay siempre en todas partes, da igual su procedencia, curriculum y preparación, el caso es que están porque se arriman como frioleros – más bien con sangre helada – al sol que más calienta hasta que obviamente, más pronto que tarde se queman y son sustituidos por otros » listos».
Dicho lo cual, atenta la compañía porque vienen curvas. Ya es una boutade indicar que el bipartidismo murió y que la aparición de nuevos partidos ha hecho que los ciudadanos se hayan conformado un criterio muy distinto de por donde deben ir los derroteros. Desde la irrupción de Podemos a la actualidad, con moción de censura y de castigo al poder establecido hace tan solo unos meses al advenimiento de Vox, y la cansina influencia en la cosa pública del denominado procés catalán, la situación es la que es por mucho que en determinados aspectos, actitudes y decisiones nos la quieran, como mínimo, disfrazar. De ahí que el ciudadano esté, además de tan cansado y decepcionado, tan alerta y en algunos que otros territorios, que se dé por aludido quien quiera, harto de cómo nos va, como se nos presenta y la que se avecina.
2019 se presenta, pues, no como el bálsamo de Fierabrás que nos vaya a curar todos los males de nuestros maltrechos cuerpos, no, sino como el año de las grandes expectativas para cambiar el rumbo que anda tan torcido. La inexcusable confianza en los nuevos gobiernos locales y regionales que se conformen con arreglo a las verdaderas y perentorias necesidades de cada entorno, globalmente especificadas al principio de este artículo, y finalmente el poder ejecutivo, que necesita decidir, coordinar más y mejor los asuntos y problemas en beneficio del país. Aunque largo se lo fiemos, sin obviar la expectativa de recuperar la esperanza y la ilusión por vivir de una forma más equitativa entre todos, al margen del nefasto populismo que desgraciadamente tanto nos acecha, hasta intentar convertirnos en sus súbditos cuando afortunadamente y a pesar de las adversidades, seguimos siendo libres. Al menos a eso nos aferramos o creemos.