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25N: El día en que el silencio también grita

LUPA DEx, Extremadura, 25 de noviembre de 2025.- En Extremadura, igual que en cualquier rincón del mundo, cada 25 de noviembre se abre una grieta en el calendario. Una fecha que no se limita a conmemorar: remueve, punza, obliga. Y quizá por eso, precisamente por eso, es necesario escribir sobre ella sin imposturas, sin discursos reciclados, sin esa épica vacía que a veces acompaña las efemérides oficiales.

Porque hablar del 25N es hablar de lo que todavía nos duele.

En los pueblos de Cáceres y de Badajoz, donde el eco parece correr más despacio entre las calles estrechas, se sigue escuchando el portazo que nunca se denunció. La llamada que no se hizo. El “mañana me voy” que nunca llegó. Los nombres que no llenan titulares, pero llenan ausencias. Mujeres que fueron borradas antes de tiempo por la violencia de aquellos que confundieron amor con dominio, y vida con propiedad.

Extremadura también tiene sus cicatrices. Y no son antiguas.

Lo dijo Galeano: “Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada”. Aquí los nadies llevan falda, llevan hijos de la mano, llevan nóminas cortas y esperanzas largas. Y a veces llevan un miedo que no enseñan ni en las fotos.

El 25N no es un ritual, es un espejo. Y en ese espejo, quien mira descubre que la violencia machista no es una historia ajena que pasa “en otro barrio”, “con otra gente”, “en otra vida”. Es una sombra que se cuela por las rendijas de todas las casas, incluso de las que parecen felices desde la ventana.

En palabras de Clarice Lispector, “lo que me atormenta no es lo que me falta, sino lo que yo misma me impido”. Durante décadas, como sociedad, nos hemos impedido mirar de frente. Hemos callado, relativizado, maquillado. Hoy ya no. Hoy toca hablar. Nombrar. Levantar la voz en nombre de quienes ya no pueden hacerlo.

Y sí, aquí cabe también Sabina, porque este país ha aprendido entre guitarras que hay despedidas que matan, pero también canciones que salvan. Y quizá lo más revolucionario hoy sea convertir ese dolor colectivo en un compromiso diario: denunciar, acompañar, escuchar, sostener, ofrecer salida, creer.

andreaCreer a las mujeres. Todas. Sin matices. Sin peros. Sin astucias dialécticas.

Este 25N, Extremadura vuelve a salir a la calle para recordar que el amor nunca aprieta, nunca humilla, nunca encierra. Que ninguna mujer debería tener que elegir entre su vida y su libertad. Que ninguna niña debería crecer pensando que el control es cariño, que los celos son pasión o que el miedo es normal.

No lo es. No lo fue. No lo será.

En Digital Extremadura lo repetimos cada año, pero no pierde sentido: la violencia machista no es un asunto doméstico, es una vulneración de derechos humanos. Y combatirla exige políticas públicas, recursos suficientes, educación transformadora, justicia que llegue a tiempo y una ciudadanía que no mire hacia otro lado.

Pero sobre todo, exige humanidad.

Y quizá por eso este artículo no quiere terminar con cifras. Termina con una imagen: la de una mujer extremeña —cualquiera, todas— abriendo una puerta una mañana cualquiera. La brisa entrando. El miedo saliendo. Y el futuro, aún tembloroso, haciéndose sitio.

El 25N no es para recordar a las que murieron.
Es para proteger a las que siguen vivas.

Y ahí, es obvio, no sobra nadie.