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Más de cien periodistas e intelectuales de diversas ideologías apoyan el manifiesto en contra del pensamiento único de la izquierda publicado en Harper’s

Periodismo humano
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Más de un centenar de periodistas, escritores, académicos e intelectuales de diversa ideología han firmado una carta para expresar su apoyo al manifiesto contra el pensamiento único de la izquierda. En ella, aclaran que se suman a los movimientos que luchan contra el sexismo o el racismo, y no sólo en Estados Unidos, si no de manera global, pero a la vez, manifiestan su preocupación por uso perverso que se hace de estas causas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas, aprovechando para censurar el pensamiento libre e imponer el pensamiento único de la izquierda, según publica el diario Abc, que reproduce la carta y los nombres de los firmantes, entre los que se incluyen algunos de sus periodistas.

Entre los “abajofirmantes” no se encuentran en esta ocasión los Bardem o Almudena Grandes, habituales de manifiestos y protestas contra causas que han convertido en hegemónicas de la izquierda, configurando un supremacismo moral contrario a cualquiera que exprese opiniones libres desde una ideología que no sea la de su “progreso”.

El manifiesto inicial publicado en la revista Harper´s fue criticado de manera reaccionaria, lo que ha provocado la adhesión de numerosas firmas de distintas disciplinas e ideologías que han puesto su rúbrica en la misiva de protesta por esta reacción. A pesar de que en algunos casos no comparten todos los puntos que se recogen, los más de 140 firmantes están de acuerdo en la idea que inspira el texto enviado a Harper´s.

En él se explica que “desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables”. En ellas, apuntan al hecho de que se hayan producido “represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del MeToo o del antiesclavismo new age; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes”.

“Desde estas líneas -continúan- recabamos el apoyo de quienes comparten la preocupación por la censura que se ejerce sobre el debate acerca de determinadas cuestiones que quedan convertidas en nuevos tabúes ideológicos, que se suponen intocables e indiscutibles”. “La cultura libre -prosiguen- no es perjudicial para los grupos sociales desfavorecidos: al contrario, creemos que la cultura es emancipadora y la censura, por bienintencionada que quiera presentarse, contraproducente. Tal como opinan los firmantes del manifiesto Haper´s “la superación de las malas ideas se consigue mediante el debate abierto, la argumentación y la persuasión y no silenciándolas o repudiándolas””, concluyen.

Entre los que rubrican la carta contra el auge de la intolerancia se encuentra el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa; los periodistas Juan Abreu, Miguel Ángel Aguilar, Santiago González, Fransec Arroyo, Daniel Arjona, Jordi Bernal, Jorge Bustos, Jesús Calero, Juan Luis Cebrián, Arcadi Espada, Ramón España, Pedro Narváez, Daniel Gascón, Rafa Latorre, Juanjo de la Iglesia, Patricia López, Guilem Martínez, Maite Rico, Ignacio Varela, David Torres o el director de El Confidencial, Nacho Cardero, entre otros. Asimismo, …..Mikel Arteta, doctor en Filosofía Moral y Política, el escritor Félix de Azúa, la eurodiputada Beatriz Becerra, experta en Derechos Humanos, el filologo y académico Miguel Blecua, las escritoras Milena Busquets y Carmen Posadas, el rector de la Universidad Pompeu Frabra, Jaume Casals, el historiador Joaquim Coll, la catedrática Adela Cortina, el cirujano Manuel Felices, los poetas César Antonio Molina, Eduardo Moga y Gonzalo Gragera, los psiquiatras Pablo Malo y Mariano Hernández, el economista Lluis Pascual, entre otros de distintas disciplinas.

La misiva, remitida a Harper´s explica que “desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables”. En ellas, apuntan al hecho de que se hayan producido “represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del MeToo o del anti esclavismo new age; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes”.  

LA CARTA:

Somos de la opinión que la carta remitida a HARPER’S por escritores e intelectuales de diversas procedencias y tendencias políticas, dentro de una corriente liberal, progresista y democrática, contiene un mensaje importante.

Queremos dejar claro que nos sumamos a los movimientos que luchan no solo en Estados Unidos sino globalmente contra lacras de la sociedad como son el sexismo, el racismo o el menosprecio al inmigrante, pero manifestamos asimismo nuestra preocupación por el uso perverso de causas justas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas o, más en general, para introducir la censura, la cancelación y el rechazo del pensamiento libre, independiente, y ajeno a una corrección política intransigente. Desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables.

Así, lamentamos que se hayan producido represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del #MeToo o del antiesclavismo new age; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes. De todo ello (despidos, cancelación de congresos, boicot a profesionales) tienen especial responsabilidad líderes empresariales, representantes institucionales, editores y responsables de redacción, temerosos de la repercusión negativa que para ellos pudieran tener las opiniones discrepantes con los planteamientos hegemónicos en ciertos sectores.

La conformidad ideológica que trata de imponer la nueva radicalidad –que tanto parecido tiene con la censura supersticiosa o de la extrema derecha- tiene un fundamento antidemocrático e implica una actitud de supremacismo moral que creemos inapropiada y contraria a los postulados de cualquier ideología que se reclame “de la justicia y del progreso”.

Por si fuera poco, la intransigencia y el dogmatismo que se han ido abriendo paso entre cierta izquierda, no harán más que reforzar las posiciones políticas conservadoras y nacionalpopulistas y, como un bumerán, se volverán contra los cambios que muchos juzgamos inaplazables para lograr una convivencia más justa y amable.

Desde estas líneas recabamos el apoyo de quienes comparten la preocupación por la censura que se ejerce sobre el debate acerca de determinadas cuestiones que quedan convertidas en nuevos tabúes ideológicos, que se suponen intocables e indiscutibles.

La cultura libre no es perjudicial para los grupos sociales desfavorecidos: al contrario, creemos que la cultura es emancipadora y la censura, por bienintencionada que quiera presentarse, contraproducente. Tal como opinan los firmantes del manifiesto Harper’s, “la superación de las malas ideas se consigue mediante el debate abierto, la argumentación y la persuasión y no silenciándolas o repudiándolas”.


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