El Ayuntamiento de Cáceres actuará con contundencia para evitar el deterioro progresivo de la ermita de San Bartolomé del Pizarral, ubicada en la finca denominada ‘El santo’ en el término municipal de Cáceres, para lo cual se ha elaborado un informe que se ha remitido a la Junta de Extremadura y a Disciplina Urbanística del Ayuntamiento.
El concejal de Patrimonio, José Ramón Bello, ha explicado que el pasado 2 de febrero recibieron una comunicación de la asociación Hispania Nostra “en la que nos alertaban de su deterioro y nos informaban de que iba a ser incorporada a la lista roja de la asociación donde se incluyen los elementos del patrimonio que están en peligro”.
De manera inmediata, ha añadido, “pedimos a los técnicos del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica que emitieran un informe y el 10 de febrero visitaron la zona para elaborarlo. Pudo comprobarse que se mantenía aún en pie gran parte de las cimentaciones de la nave de lo que fuera esa ermita, posiblemente de época visigoda, con numerosos sillares y elementos constructivos en los alrededores”.
Bello ha recordado que este yacimiento arqueológico está incluido en la carta arqueológica de Extremadura, y fue estudiado por el catedrático Cerrillo Martín de Cáceres en los años 90.
LA ERMITA
La ermita de San Bartolomé del Pizarral, del heredamiento homónimo “El Pizarral”, tenía una cofradía propia y una partición de tierras establecida. Asimismo, tenía asignada una cantidad de dinero anual que permitiría cubrir los gastos derivados del culto y su mantenimiento.
A principios del siglo XVII hubo un intento de fusionar las cofradías existentes en la ciudad y sus alrededores. Se pensaba que la ermita de San Bartolomé del Pizarral quedaría fuera de esta fusión, pero finalmente sí lo hizo, con la Cofradía de San Bartolomé de los Zapateros. Esto hecho parece que propició el comienzo de su abandono.
Edificada con sillares de granito y completada puntualmente con mampostería de piedra de la zona, se encuentra perfectamente orientada en el eje este-oeste. Solo se conserva en pie el ábside, ya que su única nave desapareció. En la transición entre ambas partes destaca un gran arco de medio punto con dovelas de granito, y el interior se resuelve con una bóveda de medio cañón. Finalmente, el exterior de la cabecera del templo es rectangular y destacan en ella tres pequeños vanos que permitirían la entrada de la luz al interior.