hernan cortes

ESTUPEFACCIÓN

¿Qué diría aquel libro de Historia – Ballesteros Gaibrois – que estudiamos en 5º o 6º de bachillerato? ¿Había Historia en Preu? Ya ni recuerdo. Un consuelo: si me doy cuenta de mis olvidos es que la cosa – salud mental – no va mal. Peor sería no darse cuenta. Sigamos.

En aquel lustro universitario también estudiamos Historia. ¿Cómo es que hasta no hace demasiado tiempo no nos hemos enterado de hechos ciertos que estaban ocultos o disimulados? Hemos estado casi toda la vida – medio siglo –  ciegos e ignorantes. Ahora resulta que la Reconquista no fue reconquista ¿Ah, no? Por lo visto Don Pelayo ni existió siquiera, ni pasó nada en Covadonga. Lo cuestionan “historiadores” actuales. Vamos, hombre. Peor es que hace cincuenta años nos decían que a partir de lo de la Armada Invencible España se había ido a pique ¡Córcholis! ¿Y cómo fue que duró el Imperio tres siglos?

Cuando nos hablaban de Carlos II decían que fue un rey enfermizo, débil y alelado ¡Vaya por Dios! Pues resulta que aquel monarca lerdo no era tal, porque cuando él no podía – enfermo, sí – dejaba el timón en manos de un fenómeno como el Conde de Oropesa. ¡Amigo mío! Llegó el Borbón y se asombró de que la economía de España estaba totalmente saneada,  mientras  en la gran Francia del rey Sol, Luis XIV,  la quiebra y la ruina eran de campeonato.

La ignominia se viene prolongando a lo largo de las décadas. Tiene nombre y apellido. Leyenda Negra. Los que ganaron aquel conflicto del 36 fueron unos memos que apenas contaron algo de la realidad histórica. Los otros, los que perdieron, lo que no perdieron fue el tiempo de la propaganda y la información. Tanto así que llegamos a las aulas universitarias convencidos de que los perdedores eran unos angelitos y los ganadores unos tiranos crueles e impíos.

Hay tanta tergiversación, ignorancia y mala baba que hace unos días una ministra (cómo me rechina ministra, ¿por qué no  la ministro?) ha dicho que la Seguridad Social fue cosa de F. Glez. y la enseñanza pública poco más o menos. ¡Cáspita! Y ha llegado a “ministra”, tan ignorante (¿o es ignoranta?).

Los ejemplos de la ignominia, que lo dejan a uno estupefacto, se suceden como el agua de las cataratas. AMLO (Andrés Manuel López Obrador) se reivindica azteca, o sea, caníbal. Que le aproveche. Que le aproveche el festín de carne tierna (humana) que se dieron sus antepasados aztecas, hasta que llegó un extremeño que les puso las peras al cuarto y “se acabó la diversión llegó Hernán Cortés y mandó a parar”  la antropofagia. Nos hemos enterado  hace poco. Lo que circulaba era que los españoles llegaron allá a masacrar inocentes angelitos adornados con plumas. ¡Ya está bien de mentiras!

Sí, hubo minas, oro y plata. (A los que trabajaban se les pagaba; de esclavitud, nada). El 20 % vino a España; pero el 80% se quedó allí en forma de catedrales, palacios, universidades, hospitales y ciudades enteras. A ver si lo contamos todo de una vez y se meten el inglés y el holandés  la Leyenda Negra por salva sea la parte. (Continuará).