procesionaria

Vuelve con fuerza la plaga de procesionaria a las ciudades

  • Como cada año por estas fechas, comienzan a hacerse visibles las características “procesiones” de estas orugas desde los bolsones de las copas de los árboles hasta el suelo para realizar la pupa.

 El cambio climático, con el aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias, está provocando un sistemático adelanto de los primeros ejemplares de procesionaria en los pinos, que antes no aparecían hasta bien entrada la primavera.

 Este insecto está ampliamente extendido por toda España y, pese a su pequeño tamaño, acumula una devastadora capacidad para destruir los árboles donde anida y generar fuertes reacciones alérgicas tanto en personas como en animales -a quienes puede llegar a provocar la muerte-.

 La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) insiste en la importancia de llevar a cabo con antelación las medidas de prevención oportunas y ofrece algunos consejos para evitar sus perjudiciales efectos.

.- La plaga de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) vuelve con fuerza a las ciudades, poniendo en riesgo como cada año la salud de sus habitantes. Ante esta recurrente situación, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) insiste en la importancia de que se lleven a cabo sistemáticas medidas de prevención que ayuden a minimizar los perjudiciales efectos de esta plaga.

Así lo advierte el presidente de la Asociación, Sergio Monge, quien señala que “con el progresivo aumento de las restricciones a nivel legal de los productos biocidas que se venían aplicando para gestión, tan sólo ha quedado la endoterapia como único y más costoso tratamiento, que ha de ser aplicado siempre por profesionales especializados. Se trata de una técnica de control muy efectiva y respetuosa con el medio ambiente pero cuyo alto coste supone desgraciadamente un factor limitante, sobre todo en el caso de grandes masas arbóreas”, concluye el presidente de ANECPLA.

Las altas temperaturas y la escasez de lluvias, a consecuencia del cambio climático, están provocando además un adelanto progresivo de la bajada de estos insectos de sus nidos con los riesgos que este fenómeno conlleva.

Y es que, tal y como advierte el director general de ANECPLA, Jorge Galván, “un mínimo contacto con esta especie puede generar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias y reacciones alérgicas e incluso la muerte en determinados casos”.