Juan Preciado para Digital Extremadura, Jarilla, 20 de agosto de 2025.- Jarilla sigue siendo el epicentro del mayor incendio de las últimas décadas en Extremadura. Con 16.000 hectáreas arrasadas y un perímetro de 160 kilómetros, la batalla contra las llamas afronta este miércoles un nuevo obstáculo: el viento, que amenaza con avivar el fuego y poner en riesgo tanto a efectivos como a vecinos de la zona.
El consejero de Presidencia, Interior y Diálogo Social, Abel Bautista, ha reconocido hoy miércoles que la noche ha sido muy complicada y que algunos equipos lo pasaron mal, aunque sin consecuencias graves. La virulencia inesperada del fuego, alimentada por rachas de viento, saltó las líneas de defensa trazadas en Hervás y Jerte, con llamas visibles desde la autovía y con el temor a un efecto chimenea en gargantas como la de Los Papúos o La Beceda.
Las dos líneas más críticas son absolutamente inaccesibles por tierra, lo que obliga a que los ataques se realicen exclusivamente con medios aéreos. Más de 460 efectivos, 25 aeronaves, maquinaria pesada y brigadas forestales trabajan coordinados en una operación que el consejero describió como global y ejemplar, con colaboración de distintas administraciones y países.
Mientras tanto, la población permanece en vilo. Las zonas evacuadas —Hervás periurbano y viviendas aisladas de Tornavacas, Navaconcejo, Jerte y Cabezuela del Valle— seguirán desalojadas. Además, La Garganta se encuentra en preaviso: sus vecinos, con la maleta lista, podrían ser trasladados al pabellón de La Bombonera de Plasencia si el fuego cambia de dirección. A esta incertidumbre se suma la amenaza del humo, que podría obligar al confinamiento de Hervás o a nuevas medidas en Tornavacas.
Bautista apeló a la responsabilidad ciudadana tras detectarse que algunos propietarios de cerezos encendieron fuegos para limpiar maleza en plena emergencia, poniendo en riesgo al personal del Infoex. “No podemos ir por libre. No pongamos en peligro a quienes nos están protegiendo”, advirtió.
La meteorología ofrece un respiro con la bajada de temperaturas, pero las fuertes rachas de viento imponen prudencia. La confianza en la profesionalidad de los equipos convive con la preocupación de cientos de familias que observan cómo el fuego devora no solo monte y árboles, sino también recuerdos, paisajes y modos de vida.
LUPA DEx
EL ESPEJO DE LA FRAGILIDAD DEL TERRITORIO Y DE LAS POLÍTICAS DE PREVENCIÓN
El incendio de Jarilla no solo es una catástrofe medioambiental, es también un espejo que refleja la fragilidad de nuestro territorio y de nuestras políticas de prevención.
Cuando el viento dicta la estrategia y el fuego se hace inaccesible, la única defensa real es la anticipación: cortafuegos cuidados, montes limpios y recursos constantes más allá de la temporada estival.
La heroicidad de los efectivos no puede ser la coartada para olvidar la raíz del problema. Hoy, la reivindicación debe ir más allá del agradecimiento: se necesitan compromisos firmes, inversiones sostenidas y una gestión forestal que piense en el futuro de Extremadura y de quienes habitan sus valles y montañas.