Permítanme comenzar con una historia personal, cuando era Portavoz de Infraestructuras, Urbanismo y Vivienda de determinando grupo parlamentario, lo fui durante 14 años, me permití exultante tras reunión en el Ministerio de Álvarez Cascos, que para la Primera Comunión de mi hija, que tuvo lugar en 2009, los invitados podrían venir a Cáceres en AVE, en un tren de alta velocidad en todo equiparable al que ya estaba en servicio entre Madrid y Sevilla, hoy mi hija tiene mas de 25 años, trabaja en Bruselas, hizo la Comunión, y los invitados no pudieron venir en AVE, fue un engaño, fui engañado y en consecuencia con el mismo, creyendo como siempre en el valor de la palabra empeñada y la seriedad de quien consideraba persona de rigor, trasladé una información equívoca a la sociedad, de lo que me avergüenzo.
La gestión del AVE en Extremadura es un relato de desinterés, incompetencia, falta de altura de miras, interés cortoplacista, engaño, y falta de lo que hay que tener para imponer plazos, presupuestos y licitaciones, y por que no, de engaños, en la que han caído todos los que han gobernado en Madrid, gobierno central, y en Extremadura, gobierno autonómica, pues desde hace tiempo la política se ha convertido en algo de profesionales de la misma, y no de profesionales en la misma, que son cosas distintas, no existiendo los condicionantes de excelencia, experiencia, formación, capacidad, eficacia, impulso y entrega que caracterizaron otros tiempos, y que son exigidos en la empresa privada, primando el amiguismo y la proximidad, lo que se une a una cuidada cautela táctica para no cometer errores, para ello mejor no hacer nada como me dijo en una ocasión un Consejero, con el objetivo de repetir cada cuatro años en un puesto seguro.
Pero volvamos a la cuestión, allá por un lejanísimo 1996 se plasmaron las condiciones de eficiencia del AVE Madrid-Lisboa, doble vía, velocidad de crucero de 300 kilómetros por hora, inicialmente tres relaciones diarias de ida y vuelta (seis en total) y un máximo de tres paradas intermedias de escasos minutos (Talavera de la Reina, una en la provincia de Cáceres y otra en la de Badajoz) con un trazado Madrid-Toledo-Talavera de la Reina- provincia de Cáceres y provincia de Badajoz, siendo esto último lo único cumplido… sobre el papel, puesto que desde Portugal siempre se ha insistido y se acaba de insistir en la conexión de Madrid con Lisboa por Porto y Vigo, cuestión estética la de la Vila y Corte, pues a ellos, a los portugueses, de esto sólo les ha interesado la comunicación con Francia, siendo impensable que nadie suba hasta Galicia desde Lisboa para luego bajar a Madrid, lo que realmente se pretende es la comunicación Porto-Valladolid para poder seguir, por los Señoríos Vascongados, a Francia, como hemos dicho. Por eso en su momento se planteó la opción, de “muito satisfeito” lusitano de trocar la opción castellano-manchega, por la castellana-leonesa, comunicando la provincia de Cáceres con Salamanca, y desde allí con Valladolid, eran aproximadamente unos 100 kilómetros más a Madrid desde Badajoz, aproximadamente también un cuarto de hora más de viaje, con beneficios evidentes para todos, abriendo, al rebufo de la intención portuguesa, una estratégica comunicación de Extremadura con Francia, pero ya imperaba el cortoplacismo.
Y decimos, y decimos bien provincias de Cáceres y Badajoz, porque estudiada nuestra carga poblacional y extensión territorial, evidente problema de Extremadura para tener alguna influencia política, social o económica en el conjunto del Reino de España, ( otra lacra arrastrada al configurar comunidades autónomas claramente deficitarias en este mal llamado estado autonómico en el que en verdad solo hay tres nacionalidades históricas, el Reino de Aragón, el Reino de Castilla y León, y el Reino de Navarra, comprendimos los que estudiábamos esto a conciencia que no tenía sentido programar paradas o estaciones que no pudiesen recabar flujos poblaciones de menos de 250.000 habitantes, cuestión que no cumplía ninguna ciudad extremeña, por lo que se indicó que la lógica, poblacional, económica, y de rentabilidad de negocio, en beneficios y tiempos, no podía alargarse este con cinco paradas extremeñas, Badajoz, Mérida, Cáceres, Plasencia, y Navalmoral de la Mata, exigía una estación intermodal en el aeropuerto de Talavera la Real, con su terminal en doble servicio y mejor y mayor aprovechamiento, para Badajoz y Mérida, con el ahorro consiguiente, y otra sobre el Tajo, entre Cáceres y Plasencia, para servicio de la provincia de Cáceres, con comunicaciones ferroviarias de enlace, autobuses y taxi, a los núcleos urbanos citados, nada se hizo.
Después se planteó, sabidos los problemas de acceso ferroviario a Mérida y Plasencia, al menos nuevas estaciones para estas ciudades en el entroncamiento de Aljucén para la primera, y en Fuentidueñas o la actual estación de Monfragüe para la segunda, también el soterramiento de la via a su paso por Navalmoral de la Mata, donde la misma ha dividido, divide y dividirá el municipio condicionando decisivamente su tejido urbano y capacidad de desarrollo, nada se hizo tampoco.
Así las cosas, tenemos un trazado internacional incompleto, de única vía, con unas insufribles pérdidas de tiempo en los accesos en fondo de saco en Plasencia y Mérida, y una previsiones al respecto de estudios de impacto, redacción y aprobación de proyectos y licitación de obra, cuestiones fundamentales de las que se hace ahora escaso seguimiento, quizás por desconocimiento y que son la clave de la cuestión, porque la trampa que vienen empleando los sucesivos gobiernos para no invertir no es otra que la de dilatar “sine die” estos procesos esenciales, justificando en su inexistencia la imposibilidad de presupuestar y ejecutar obra real, esto no pasaría, por ejemplo si entre los muchos “asesores” que pululan por las administraciones, hubiera un equipo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos que hicieran este seguimiento “a cara de perro” pero desgraciadamente los asesores son otros y están para otras cosas, pagados eso si con los impuestos de todos.
En fin, seguiremos viendo las obras de un AVE eterno, en los 200 kilómetros portugueses no hay nada, junto con las declaraciones de unos y otros, que más que hacer política, que consiste en el cambio del escenario legal, de las formas de administración de un territorio, se dedican a gestionar lo recibido con base en las normas y organización recibidas, sin que el ciudadano perciba apenas cambio real en el salto gubernamental de un partido a otro, lo qu lleva a pensar que da igual uno que otro, porque todos hacen lo mismo; y volviendo al ejemplo personal, espero que para mis bodas de oro matrimoniales, 2044, si llegamos, tengamos el medio AVE que nos dicen que nos van a dar, en servicio. Veremos.
Rodolfo-Francisco Orantos y Martín-Requejo
Doctor y premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Extremadura.