DEx – Cáceres, 5 de noviembre de 2025
Una tromba de agua descargó con furia sobre Cáceres entre las 13:45 y las 14:15 horas, dejando 18 litros por metro cuadrado en apenas treinta minutos. Lo que parecía una lluvia pasajera se convirtió en una auténtica riada urbana que anegó calles, arrastró mobiliario, colapsó el tráfico y causó importantes daños materiales en coches y locales comerciales.
La ciudad sorprendida por el aguacero
El episodio más grave se registró en la calle Túnez, en el entorno de la Estación de Autobuses, donde el agua alcanzó niveles insólitos, inutilizando decenas de vehículos aparcados y afectando a varios establecimientos. Los vecinos, impotentes, trataban de frenar con fregonas y trapos la entrada del agua en los portales mientras los sumideros rebosaban sin dar abasto.
En otras zonas, como la Ronda de San Francisco o el puente hacia la salida norte, la lluvia arrastró lodo, ramas y residuos, complicando la circulación y obligando a intervenir a los equipos de emergencia. El tráfico quedó interrumpido en varios puntos y las imágenes de coches semihundidos en el agua se multiplicaron por las redes sociales.
Daños y actuaciones de urgencia
Los servicios municipales y de Protección Civil actuaron con rapidez para achicar agua y despejar los accesos principales. El Ayuntamiento ordenó el cierre temporal de parques, instalaciones deportivas y centros cívicos mientras se evaluaban los desperfectos.
Numerosos locales en la zona baja de la ciudad sufrieron pérdidas de género, equipos eléctricos dañados y desperfectos en los sistemas de desagüe.
“En diez minutos todo se convirtió en un torrente; el agua nos llegaba a las rodillas”, explicaba un comerciante que atendía a sus clientes cuando comenzó la descarga.

Inundaciones y redes saturadas
La intensidad de la tromba desbordó las redes de saneamiento, especialmente en puntos ya conocidos por su fragilidad ante lluvias fuertes. Técnicos municipales reconocen que “la cantidad de agua caída en tan poco tiempo no hay sistema urbano capaz de absorberla sin desbordarse”.
La acumulación de hojas y restos vegetales arrastrados por el viento agravó el problema en los desagües, mientras que los bomberos realizaron decenas de salidas por garajes inundados, caídas de árboles y cortes de suministro eléctrico.
Evaluación y medidas posteriores
El alcalde, acompañado de responsables de emergencias, visitó las zonas afectadas y anunció una revisión de los puntos negros del alcantarillado, especialmente en las áreas donde las inundaciones son recurrentes. Se prevé también un plan de apoyo a los damnificados con la colaboración de las aseguradoras y el Consorcio de Compensación de Seguros.
Los técnicos de obras públicas ya analizan cómo acelerar la mejora del colector principal del puente de San Francisco, actualmente en obras, cuya saturación agravó la acumulación de agua en la parte baja de la ciudad.
Una lección de noviembre
La tromba de agua ha dejado al descubierto una vieja realidad: la ciudad monumental, levantada sobre lomas y vaguadas, sigue sin una infraestructura de drenaje adecuada para soportar lluvias extremas. Los 18 litros en media hora son un aviso más de lo que el cambio climático está dispuesto a poner a prueba.
Los cacereños lo vivieron en primera persona: persianas alzadas, garajes convertidos en estanques y una mezcla de asombro y resignación ante un fenómeno tan breve como devastador.
Al caer la tarde, mientras el sol volvía tímido sobre las torres de la parte antigua, la ciudad aún olía a barro y ozono. El agua se fue, pero dejó su huella en la memoria y en el asfalto.

Lupa DEx
Cuando la lluvia pone a prueba la ciudad
Cáceres, con su mezcla de cuestas, vaguadas y barrios en expansión, sigue arrastrando un problema estructural: su sistema de alcantarillado y drenaje pluvial no está dimensionado para las lluvias torrenciales que se repiten con cada vez más frecuencia. La tromba de hoy —18 litros en media hora— no es una excepción, sino el síntoma de una vulnerabilidad urbana crónica.
Los barrios bajos, como el entorno de la Estación de Autobuses, funcionan como embudos naturales. Allí el agua se acumula y busca salida por donde puede, arrasando lo que encuentra a su paso. En paralelo, la falta de mantenimiento en sumideros y rejillas agrava el problema, y las obras inacabadas —como las del colector de San Francisco— multiplican los puntos críticos.
La gestión de emergencias, sin embargo, ha mejorado: los servicios municipales actuaron con rapidez y coordinación, y las medidas preventivas (cierres de parques, suspensión de actividades) evitaron daños personales. Pero la ciudad necesita más que reflejos: requiere inversión, planificación y memoria institucional. Porque cada tromba deja el mismo paisaje: barro, pérdidas y la sensación de que el cielo sigue mandando más que el urbanismo.
El agua de hoy no solo inundó calles; también desbordó excusas. Cáceres necesita una estrategia de drenaje adaptada al siglo XXI. No se trata solo de limpiar alcantarillas, sino de repensar cómo convivir con un clima que ya no avisa: simplemente cae.
Imagen portada: Ronda de San Francisco. Cedida Facebook.






