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Extremadura real en campaña: menos mítines y más verdad

Cáceres, 11 de diciembre de 2025. DEx

Extremadura vuelve a votar el 21D con las encuestas señalando un vuelco histórico: el PP rozando la mayoría absoluta, el PSOE en caída libre, Vox en ascenso, Unidas por Extremadura resistiendo y los regionalistas otra vez al borde de la irrelevancia.
Pero más allá de los eslóganes, conviene hacerse una pregunta incómoda: lo que hoy nos venden los partidos, ¿tiene algo que ver con lo que esta tierra necesita para dejar de ir siempre a rebufo?

ENCUESTAS E ILUSIONES: EL MAPA POLÍTICO QUE VIENE

Los sondeos dibujan una Extremadura claramente escorada a la derecha. SocioMétrica sitúa al PP en torno al 43 % de los votos y 30-32 escaños; el PSOE caería a 21-22, Vox subiría hasta 7-9 diputados, Unidas por Extremadura se movería en 4-5, mientras que las marcas regionalistas volverían a pelear por rascar, como mucho, un escaño testimonial.

El CIS y otras encuestas coinciden en dos ideas básicas:

  • El PP ganará con claridad,

  • pero probablemente necesitará a Vox para gobernar.

Es decir: la pregunta real no es quién ganará, sino qué modelo de región se consolidará en un escenario de derechas sumando mayoría, con una izquierda debilitada y una representación regionalista incapaz de condicionar nada.

Mientras tanto, en los mítines se repiten las promesas de manual: bajar impuestos, atraer empresas milagrosas, salvar el campo con “recetas” urgentes, garantizar servicios públicos “de excelencia” y convertir Extremadura en tierra de oportunidades para que los jóvenes no se vayan.

Suena bien. El problema es cuando la realidad entra por la puerta.

LA EXTREMADURA REAL: DATOS QUE NO SALEN EN LOS CARTELES

Extremadura presenta el segundo PIB per cápita más bajo de España, con 23.604 euros anuales, casi un 24 % por debajo de la media nacional.
Es decir: partimos de más atrás que casi todos y, aun así, se nos vende un discurso triunfalista o victimista, según hable uno u otro.

Sí, la EPA dice que estamos en máximos históricos de ocupación y que la tasa de paro ha bajado al 13,56 %, mejor que hace unos años.

Pero cualquiera que viva aquí sabe leer entre líneas:

  • Mucho empleo estacional y precario.

  • Sueldos bajos que empujan a miles de jóvenes formados a hacer las maletas.

  • Comarcas enteras donde cada cierre de un centro de salud, una sucursal bancaria o una línea de autobús es un paso más hacia la despoblación.

Con poco más de un millón de habitantes, Extremadura es una de las regiones menos pobladas y más envejecidas del país.

Sin embargo, campaña tras campaña, la España vaciada extremeña sigue siendo fondo de escenario, no prioridad real.

LO QUE NOS VENDEN… Y LO QUE NADIE QUIERE TOCAR

En esta campaña, los mensajes troncales son bastante claros:

  • PP: estabilidad, continuidad de su “proyecto de gobierno”, más “libertad” para empresas, rebajar trabas burocráticas y rebajar la presión ambiental en determinadas zonas (ZEPAs, proyectos industriales, etc.).

  • PSOE: recuperar músculo en servicios públicos, reforzar sanidad y educación, lanzar ventanillas únicas para autónomos y pymes, y presentarse como dique frente a los recortes.

  • Vox: reducir normativas ambientales y laborales para “salvar el campo” y la caza, frenar políticas identitarias y recentrar recursos en “los de aquí”.

  • Unidas por Extremadura: renta rural garantizada, blindaje de servicios públicos, transición ecológica justa, apuesta por cooperativismo y economía social.

  • Regionalistas y otras siglas: dignidad territorial, más inversiones del Estado, defensa de lo propio… pero sin fuerza suficiente para que su discurso pese de verdad.

Nada de esto es irrelevante. El problema es lo que queda fuera:

  1. Modelo productivo
    Nadie entra, de verdad, en el debate de fondo:

    • ¿Queremos seguir siendo una tierra que exporta materias primas baratas (energía, mineral, suelo, agua) y talento humano, e importa valor añadido en forma de productos caros?

    • ¿Qué papel van a jugar las macroplantas fotovoltaicas, la minería de litio, las grandes infraestructuras y la industria asociada a ellas en la creación de empleo estable y de calidad?

  2. Despoblación y servicios públicos rurales
    Se habla de “luchar contra la España vaciada”, pero no se concreta un plan serio para:

    • Blindar consultorios, centros de salud, escuelas rurales y transporte público.

    • Incentivar fiscalmente de verdad vivir y emprender en los pueblos.

    • Repartir mejor la inversión: no solo capitales de provincia y grandes proyectos, también comarca, barrio y pedanía.

  3. Juventud y retorno del talento
    Hay guiños a los jóvenes, pero casi nada que se parezca a un pacto real para:

    • Garantizar alquileres accesibles.

    • Condicionar ayudas públicas a que las empresas creen empleo estable y no solo becas o contratos temporales.

    • Crear un programa serio de retorno de extremeños emigrados, con incentivos y acompañamiento.

  4. Participación ciudadana y transparencia
    Extremadura arrastra una cultura política de “poder de finca”: mucho despacho, poca escucha real.
    Se llenan la boca con “diálogo social”, pero la ciudadanía organizada (asociaciones vecinales, plataformas rurales, colectivos sociales) sigue llegando tarde y mal a las decisiones importantes.

LA FOTO QUE NO ENTRA EN EL SPOT ELECTORAL

La campaña ha coincidido con un golpe emocional: la muerte de Robe Iniesta, icono generacional y cultural de esta tierra, capaz de resumir en tres versos la crudeza y la belleza de Extremadura mejor que muchas páginas de programa.

Políticos de todos los colores se han apresurado a reivindicar su figura. Pero Robe encarnaba justo lo contrario de la retórica vacía:

  • decía lo que pensaba aunque incomodara,

  • se posicionó contra proyectos que consideraba un atropello a su tierra,

  • y jamás se dejó domesticar por nadie.

La Extremadura que Robe cantaba —herida, orgullosa, indignada, lúcida— es la que muchos no vemos reflejada en buena parte del discurso oficial. Ni de unos ni de otros.

¿DE QUÉ VA, EN REALIDAD, EL 21D?

Más allá de siglas y caras, el 21D va, en lo esencial, de elegir entre dos caminos:

  1. Seguir comprando relatos prefabricados

    • Creer que bastan dos macroproyectos, cuatro macro datos y una buena campaña de marketing para cambiar una realidad estructural de décadas.

    • Aceptar que Extremadura siga siendo el patio trasero energético y de materias primas del país, confiando en que “algo” caerá en forma de empleo y desarrollo.

  2. Exigir un contrato nuevo con esta tierra

    • Un pacto de mínimos sobre sanidad, educación y servicios públicos que no dependa del color del gobierno de turno.

    • Una hoja de ruta clara para sumar industria, innovación y valor añadido a lo que ya producimos.

    • Una política rural que deje de tratar los pueblos como decorado de postal electoral y los mire como lugares donde se puede, y se debe, vivir dignamente.

Lo que las encuestas dicen es importante. Pero lo que no se está diciendo en campaña lo es mucho más.

EXTREMADURA NO NECESITA MÁS SLOGANS: NECESITA CORAJE POLÍTICO

Extremadura ha demostrado algo una y otra vez: cuando la tratan como menor de edad, responde con desafección y abstención; cuando la tratan como adulta, responde con responsabilidad y madurez.

Lo honesto sería que, al menos una vez, alguien dijera en alto:

  • Que no vamos a alcanzar la media de renta del país a base de fotos cortando cintas.

  • Que la lucha contra la despoblación exige renunciar a privilegios urbano céntricos.

  • Que no todo vale en nombre del empleo: ni arrasar el territorio ni precarizar hasta el infinito.

  • Que la pluralidad política de esta tierra no puede seguirse resolviendo con rodillos de mayoría absoluta o sumas cómodas que ignoran a medio país.

La Extremadura real no cabe en un mitin de 45 minutos. Pero sí cabe en un compromiso claro: menos ruido, más verdad; menos prometer, más cumplir; menos discursos mirando a Madrid y más decisiones mirando a Alburquerque, Hoyos, La Vera, la Campiña Sur o las barriadas de las grandes ciudades.

El 21D, más que escoger siglas, Extremadura se juega algo más profundo: decidir si quiere seguir siendo territorio de paso o convertirse, de una vez, en territorio de proyecto.

Fuentes: Electrográfica, La Sexta, El País, Cadena SER, Archivo DEx.