Gutiérrez Mogollón: Hay que hacer aquello que Dios quiere que hagamos; el resto no debe preocuparnos: llegará.

DEx entrevista a Antonio Gutiérrez Mogollón, único laico en la región extremeña, al menos que se sepa de otro, que dirige Ejercicios espirituales. Pertenece a los Amigos de Betania. mefrece la pena concoer sus ideas y respuestas a las cuestiones que le plantea Miguel Fresneda.

  • ¿Cuándo,
    dónde  y por qué  se te ocurrió prepararte a acompañar
    los Ejercicios Espirituales?

Cuando
uno entiende, de alguna manera en sus ratos de oración, que es por
ahí por donde debe ir, y la confirmación llegó cuando don
Francisco, nuestro Obispo, me indicó que le sustituyese en los
ejercicios espirituales que él daba y que por motivos de su agenda
debía ausentarse.

  • ¿Cómo
    y con quién fue tu preparación? ¿Ha sido ardua y difícil?

Acudí
a los jesuitas, y fue para mí una alegría conocer que impartían
cursos para “directores de ejercicios espirituales”. Los imparten
tanto en el centro espiritual de Salamanca, como en la Universidad de
Comillas, en Madrid. Yo preferí Madrid. Los estudios duran tres
años, con una asistencia presencial de dos semanas al año, una por
el mes de febrero, y otra por el mes de noviembre. Pero la verdadera
preparación, por mi experiencia, llega después, en los diversos
encuentros que se llevan a cabo, a modo de jornadas formativas. Acudo
principalmente a dos, uno impartido en Monte Alina (Madrid) donde se
tratan aspectos muy concretos de libro de ejercicios, y otro en
Salamanca, ya con un carácter más pedagógico; por cierto el
próximo será ahora en abril, y versará sobre “acompañamiento en
ejercicios espirituales en la vida”.

No
ha sido ni ardua, ni difícil, uno debe hacer siempre estas cosas con
gusto, en el sentido ignaciano del término.

  • ¿Eres
    consciente de ser de los pocos laicos que los diriges? ¿Te responde
    bien el personal? ¿Cuál es el perfil medio de los ejercitantes a
    los que se los das?

Sí,
y lo proclamo repetida veces con el fin de que otros laicos también
se animen. Con demasiada frecuencia nos dejamos llevar del “yo no
puedo…”, o del “yo no tengo tiempo para eso…”, con esa
actitud no solo nos des-valoramos a nosotros mismos, sino, y es lo
peor, que con esa actitud no dejamos a Dios ser Dios, que nos
capacita de nuestras incapacidades.

Sí,
y además no es cuestión de respuesta de los otros, sino de hacer
aquello que Dios quiere que hagamos; el resto no debe preocuparnos:
llegará. Lo nuestro es echar las redes, con todo lo que ello
significa de no estar con los brazos cruzados, pero si la red se
llena, o la sacamos vacía, le corresponde al Señor Jesús.

No
existe un perfil medio en estos tipos de ejercicios; en cuanto a edad
se refiere se mueven en una horquilla que va desde los veinte hasta
los ochenta y tanto.

Pero
lo que más me ha sorprendido y que constituye un motivo extra de
agradecimiento al Señor es que acuden bautizados sin vinculación
alguna con grupos determinados, ni siquiera con un perfil de estar
integrados en sus parroquias.

  • ¿Prefieres
    laicos o clero y religiosas? ¿O te da igual?

Prefiero
los laicos/as, ten presente que los ejercicios de San Ignacio están,
sobre todo, destinados a los laicos, y esto ya configura, en cierta
medida, el método. Pero no descarto, si ellos quieren, dar los
ejercicios al clero; considero que sería muy enriquecedor para ellos
que un laico les hablase de lo que ellos luego van a predicar. Toda
persona se comunica con un lenguaje que viene determinado por su
propia historia, no ya solo académica, sino, sobre todo, vivencial.
Que el clero, los religiosos, escuchen como alguien les habla de Dios
desde los ejercicios de Ignacio, con unos registros de laico puede
ser, ya lo he dicho, muy enriquecedor para ellos.

  • Tipo
    y duración de los mismos: ¿son más fáciles los de la Vida
    Cotidiana o más bien complementarios? ¿Es recomendable hacerlos en
    Cuaresma o también en otro tiempo?

Por
ahora estoy centrado en los ejercicios de fin de semana, y en los
ejercicios en la vida. Los primeros, en tiempo de cuaresma y procuro
hacerlos de los llamados de Primera Semana; y los segundo, los de la
vida –diez días-, en el mes de junio en la Parroquia B. Spínola,
inspirados en los primeros ejercicios que daba san Ignacio.

No
hay un tiempo litúrgico en especial para hacer ejercicios, lo que sí
hay es un tiempo para “reformar” –siguiendo la denominación de
ejercicios- nuestras vidas.

Todos
los ejercicios, tanto en régimen cerrado, como en régimen abierto,
son fáciles y difíciles al mismo tiempo, depende del ejercitante si
entra “con buen ánimo y liberalidad”.

  • ¿Qué
    les dirías a los lectores para que se animen a hacerlos y
    especialmente contigo?

Lo
que siempre digo: que acudimos a “sucedáneos” que nos ofrecen
fuera de nuestra Iglesia, teniendo como tenemos una riqueza enorme
dentro de Ella. Los ejercicios de San Ignacio tienen un poder
terapéutico, un poder de sanación del propio individuo consigo
mismo, también sanación con el mundo, y sobre todo de sanación
frente a Dios, El cual espera pacientemente para “abrazarnos y
darnos besos de paz”. Si lo hacen conmigo o con otro, da igual, lo
importante, como bien se indica en el proceso de ejercicios, es el
diálogo entre “el creador y su criatura”, entre Dios y el
ejercitante. Quienes los “damos” estamos para dar “modo y
orden” y dejar espacio para ese diálogo.