La Policía Nacional ha detenido a esta semana a un hombre y una mujer por su presunta autoría de dos delitos de estafa, en concreto el timo de “la Estampita”. Estos dos detenidos, marido y mujer, y podrían formar parte de un grupo organizado de ámbito nacional, compuesto normalmente por 4 ó 5 personas. Entre ambos suman 17 detenciones anteriores en diferentes localidades, la gran mayoría por este tipo de hechos.
Tras elegir minuciosamente a la víctima, por lo
general de edad avanzada, uno de los estafadores le aborda, solicitando ayuda
sobre un determinado asunto (se suele hacer pasar por una persona de aspecto
lelo, amén que desorientado) y le muestra un paquete conteniendo en su interior
billetes que manifiesta haber encontrado, restándole importancia al mismo. Este
rol de “lelo” era el que normalmente desarrollaba la detenida, como ocurrió en
Cáceres, a mediados del mes de agosto, cuando en la Oficina de Denuncias y
Atención al Ciudadano de esta localidad se tramitó una denuncia interpuesta por
una mujer de 64 años de edad que manifestó haber sido víctima de esta estafa, a
la que sustrajeron joyas valoradas en 1.450€, hecho que ahora se le imputa.
Una vez que el “lelo” ha captado el interés de la
víctima, entra en escena una segunda persona, denominado “gancho”, persona
locuaz compinchada con la anterior, que propondrá a la víctima repartir dicho dinero
(paquete) a cambio de una cantidad menor, como compensación a la persona
“lela”, siendo éste el beneficio de la estafa. Este segundo papel de “gancho”
era el que habitualmente desarrollaba el segundo de los detenidos, al que en
concreto ahora se le imputa un delito de estafa perpetrado en la ciudad de
Zaragoza a mediados de octubre, habiendo sustraído a su víctima, de 80 años de
edad, 6.000€ en efectivo.
Para continuar con la estafa, utilizan dos personas
más, encargándose la primera de ellas de dar cobertura dialéctica al “gancho” y
de acompañar a la víctima a su domicilio para recoger la cartilla bancaria (a
veces también le suelen solicitar la entrega de joyas y otros efectos de valor)
y trasladarla a la sucursal; y la segunda, de realizar un seguimiento discreto
al estafado hasta el banco para comprobar que ni ésta ni los propios
trabajadores de la entidad se ponen en contacto con la Policía ni con los
familiares del perjudicado.
Una vez la víctima ha salido del banco, introducen el
dinero en un sobre, que le entregan, para posteriormente y con cualquier excusa
deshacerse de ella, momento en el que comprueba que en dicho sobre no hay
dinero alguno.