SI EL PERRO ES TUYO. ¿POR QUÉ SU MIERDA ES DE TODOS?

Así titulaba un artículo en  abril de 2012 una tal Celia Casado. Y destacaba la responsabilidad de quien tiene un perro, comparándola con la del que  tiene un niño.  Si acoges a un animal, eres responsable de su educación y de su cuidado. Como quien no quiere la cosa, en cuatro días estaremos a la puerta de Navidad y con ella,  la época de regalos, que en muchas ocasiones es ese perrito tan mono, y que tanta gracia hace al niño, o no tan niño. Y si accede a nuestra casa, esto no sólo comporta el cariño o el apego que nos pueda tener o nosotros a él, sino que requiere una serie de cuidados y atenciones, que se convierten una vez pasado el capricho, en una carga, por lo que es doblemente cruel el abandonar un perro, porque no sólo le quitas la parte del sustento y cuidado, que merece y necesita,  sino el afecto.  Hemos convertido los animales domésticos en un sucedáneo sicológico, para colmar nuestras soledades, y necesidad de compañía, pero nunca dejarán de ser unos animales. Pero a su vez somos responsables de que ese perro, es nuestro,  y no de los demás, por lo tanto no se le puede dejar sólo,  sobre todo si es grande y hay niños en el parque, porque no sabemos cómo va a reaccionar.  Ya pasaron los tiempos en los que los niños hacían sus necesidades en cualquier lugar, hoy no está bien visto, ni se hace excepto algún imprevisto, sin embargo los dueños de los perros(no los perros, que son irresponsables en estos actos, y actúan como son, animales) van sembrando de excrementos, aceras, parques en los que luego jugarán niños, que seguro se llevan las manos a la boca, el césped de los jardines…sin que los dueños se molesten, lo más mínimo, en que no se orinen en las fachadas de las casas o las puertas de los garajes, pudiéndolo hacer, en el peor de los casos al pie de un árbol, lo cual no es abono, sino porquería que tendrá que limpiar de un manguerazo, el servicio de limpieza, ya que sobre todo en verano emitirá unos olores que disfrutarán todos los viandantes que pasen por ese lugar. Ni que decir tiene de lo molestos que son los suvenirs, que a veces recogemos gratuitamente en la suela de nuestros zapatos. Es cierto que con  los dueños de los animales, socialmente deberíamos ser más exigentes, a pesar de que algunos  cuando les miras intentando culpabilizarlos, como si no, siguen su camino, y hasta te devuelven la mirada y no hay que ser un experto en telepatía para leer en sus ojos ¡Jódete¡

 

Lo peor de todo ello,  es que muchos animalistas que defienden tanto a los animales, se acuerdan poco de los humanos. Y  si me apuran, ni tan siquiera defienden a los animales porque, por el egoísmo propio de tener una compañía fiel, lo castigan a vivir estresado en pequeños pisos (tampoco les importan mucho los vecinos a los que el pobre animal, condenado a estar todo el día solo, molesta con ladridos, o gemidos, hasta que a las tantas vuelve su amo/a del trabajo y le da un paseo) no hace apenas ejercicio al aire libre, y se ve condenado a estar, cuando sale a la calle a estar sujeto con una correa.

 

Y efectivamente corroboro la  afirmación de la columnista con la que encabezaba artículo. ¿Por qué si el perro es tuyo, su mierda es de todos?

 

armelo Arribas Pérez.