Aquel chiste decimonónico, en el que en el entierro de un marqués, uno del séquito, comentaba a su vecino.
-No somos nadie.
A lo que este contestaba.
-Sí, el señor marqués ahora, pero tú y yo, no lo somos nunca.
Sigue estando en actualidad.
Porque, ni tan siquiera la muerte nos iguala a todos. Para muchos, vale más la vida de un perro del que todo el mundo se sabe su nombre, sacrificado por si pudiera constituir un vehículo de transmisión del virus de ébola, que diez mil anónimos muertos africanos que viven y mueren en condiciones deplorables, y hasta huyen del hospital para robar algo en los mercadillos y al menos poder saciar su hambre.
Ni tan siquiera todos los enfermos son iguales. Aquí han utilizado la enfermedad de una auxiliar de clínica, cuyo cometido conlleva realizar los trabajos más expuestos a contraer la enfermedad, como ariete para derribar un gobierno o al menos a una ministra, tal como en la antigüedad utilizaban a los muertos contaminados por la peste para lanzarlos contra las ciudades, y conseguir la rendición de sus gobernantes.
Pero ni tan siquiera aquí los muertos son iguales, las páginas de la prensa, las radios y las televisiones, se han llenado, hasta el hastío desinformativo, de los detalles más mínimos que se han producido, y que han contribuido a la infección por ébola de la enfermera, utilizándola de rehén para conseguir beneficios políticos. Sin embargo ni tan siquiera en España los muertos y las enfermedades que los ocasionan, son iguales, dependiendo de dónde se produzcan y de qué partido sea el responsable político sobre el que recae la responsabilidad, de que esto no se produzca.
Ha habido diez muertes y cuarenta y ocho infectados por legionella en Sabadell y Ripollet. Pero ni Pedro Sánchez, del partido socialista, ni Cayo Lara, del partido comunista, entre otros, cuya combatividad contra el cómo se ha llevado el tratamiento de la infección del ébola ocupa páginas de noticias, y llena de imágenes las televisiones, han dicho ni pío. ¿Son menos muertos? Nadie ha pedido responsabilidades a Boi Ruiz, Consejero de Sanidad catalán, de algo tan pésimamente llevado, que ha producido los diez muertos, y que han procurado que nadie conociera, poniendo de manifiesto las carencias de la Sanidad y Gobernación catalana, más inmersa en Consultas, Referendums y en que ANC pueda seguir vendiendo banderas esteladas para las manifestaciones , y el efecto de las subvenciones a los medios de comunicación, tapándoles la boca con miles de euros.
Pero lo que ya raya en humor negro, es la gracieta, del Consejero de Sanidad en una comisión del Parlamento de Cataluña, diciéndole a los diputados: «Vengo de Madrid, si quieren pueden abandonar la sala…».( No sea que los contagie de ébola)
Ya después de esto sólo se imagina uno a Eugenio imitando al Consejero.
-¿Saben aquel que diu…?
Porque es evidente, que la muerte no nos iguala a todos y en esta necrofilia política, algunos quieren que, como hicieron en Valencia, con el cadáver del Cid, pongan a los muertos subidos a los caballos de la propaganda, para que ellos ganen las batallas que se sienten incapaces de ganar.