Hablando se entiende la gente. Y usted, señor presidente del Gobierno de Extremadura, ha tardado mucho en decir esta boca es mía y ha hecho que su jefe de prensa se lleve los sofocones para el cuerpo. Puede que vaya en la nómina que le pagan a final de mes, pero Rafael Angulo Sanchís merece un respeto. No es un advenedizo. Lleva más de 30 años trabajando en el Gabinete de Prensa de la Asamblea, con el presidente Antonio Vázquez y después con todos los presidentes del PP, y a sus 59 años no está para apagar tantos fuegos a la vez; para eso usted, que es bombero y se entiende que sabe de qué va la cosa.
El señor José Antonio Monago se ha visto contra las cuerdas, como un mal púgil, y no le ha quedado más remedio que secarse el sudor y pelear. Ha reconocido, como avanzó DEx, la teoría de la conspiración, pero dice que le extraña que venga de sus propias filas, y ha dejado muy claro que en su calidad de senador hizo muchos viajes por toda España, siempre con la legalidad por delante y por mandato de las Cortes.
Pero lo que a la prensa le interesaba eran los más de treinta viajes que realizó a Canarias a “ver a su novia”, según cuenta hoy el diario Público. “Mi vida personal es sólo mía”, ha respondido. Esto es discutible: la mujer del César además de honrada debe parecerlo. Usted dejó de tener vida personal cuando salió por la puerta de la Diputación de Badajoz, del Parque de Bomberos, y se dedicó a la política. Nadie dice que no sea verdad que tiene una novia en Canarias y que se paga de su bolsillo los viajecitos de marras, pero resulta que ese dinero suyo, presidente Monago, es tan público como el diario que ha destapado el escándalo.
Le he votado sin conocerle personalmente. Soy gilipollas, estamos de acuerdo, pero al año que viene me pensaré muy bien a quién va mi voto. Tiene usted unas formas y una prepotencia que no son propias de un político. Usted quiere tener novia después de su divorcio, perfecto. Pero no haga que los extremeños nos sintamos avergonzados de nuestro presidente, después de haberle defendido a capa y espada.
Que usted fue un buen senador, bien. Que como presidente del Gobierno de Extremadura lo está haciendo lo mejor posible, vale. Pero ya era chulito como primer teniente de alcalde en Badajoz y esa chulería no está bien. Hay que bajar un poquito el tono, que si no, después viene Podemos y nos pega un susto de padre y muy señor mío.
Señor Monago, señor presidente: ha dado la cara, mi más cordial enhorabuena, pero ha sido tarde. Yo no le creo. Y puede que decenas de miles de extremeños tampoco. Cuando no hay nada que esconder, uno no permite que le llamen cacique o que se gasta el dinero público en viajecitos de amor a Canarias. ¡Coño!, que es usted presidente, no un bombero anónimo.