En todos los periódicos aparece citada la redada llamada Púnica. A la mente de todos, bueno, de todos no, porque seguramente muchos no sabrán ni quiénes eran los Púnicos, ni los fenicios o los cartagineses, que para caer del guindo, (árbol que nada tiene que ver con el ministro) y constatar la realidad, ya están los informes Pisa ( que tampoco tienen nada que ver con la ciudad de la torre inclinada, aunque si buscamos mucho puede que sí, quizás aunque sea sólo por la inclinación natural del cuerpo adolescente provocada por el botellón, es posible, que sí tenga algo que ver con el informe Pisa). Dicho lo cual, volvemos a eso de las guerras Púnicas del Amílcar Barca, el cartaginés que según la leyenda fundó Barcelona, (qué menos, no podía hacerlo un nindundi cualquiera) y que peleó contra los romanos. A los púnicos o cartagineses, se les atribuye, como fenicios, un espíritu comercial, que dicen los catalanes que a ellos les viene en su adn desde entonces. Así es que, por asimilación mental, lo de Púnico podría venir lo fenicio, y más de uno, cuando se hablaba de Operación Púnica, pensamos que era por lo de los negocios y el trapicheo de favores políticos, tan en boga en la actualidad. Pero no, la policía echó mano al latín, y ya que el principal cabecilla de la trama era Francisco Granados, no se les ocurrió sino el nombre de Punica Granatum, nombre latino con el que se denomina al Granado, para bautizarla. Con lo que, los que aprendimos hace años, la declinación del “rosa, rosae”, ya nos damos por satisfechos, de que nuestro esfuerzo se esté poco a poco amortizando.
Algunos que nacimos casi, cuando a España le estaban poniendo el suelo, si el alzheimer no ha hecho sus trabajo, recordamos la anécdota que se le atribuye a aquel curioso ministro franquista, José Solís Ruiz, natural de Cabra,( Jaén) población a la que los romanos denominaron Egabro. Ya en aquella época de los sesenta, el pugnó para que quitaran el latín del bachillerato, porque no servía para nada. A lo que un indignado catedrático de latín, le respondió : Ya lo creo que sirve. Por ejemplo los habitantes de Cabra, de donde es usted se llaman “egabrenses” utilizando el latín, y no cabro… Y es que también, algunos políticos pueden hacer que les llamen a todos lo que no son. Sólo es cuestión de cultura.