![LOS CALABOZOS LOBREGOS DE SOL [Img #41153]](upload/img/periodico/img_41153.jpg)
Eso de ser noticia por un momento; lo opuesto al periodista. Yo viviría y sentiría ese dolor del alma cuando el espíritu del hombre sabe lo que es la libertad, cuánto cuesta en el principio y fin del espíritu, de un aire contaminado, de no ser quien eres, libertad, libertad, libertad. Eran los calabozos de Sol – La puerta del Sol -, en el “rompeolas de todas las Españas.” Allí, donde sentiría el verdugo atezado de la represión, ahí, muchos años después, Ruiz Gallardón tendría su despacho. Lo que es la vida, en una redada de políticos, estaba Ruiz – Gallardón padre; su hijo ocuparía el piso noble, naturalmente, en el período democrático. Cuantos nombres sonoros pasarían por allí. Haro Tecglen acudió un día a visitar a Bardem y el jefe de lo político – social le permitiría visitarlo, tras decir que un rico burgués no podía ser comunista. Siempre recordaría aquella voz y estas palabras:”¡Que suban al Bardem!”, y subiría atemorizado.
Para los ideales, aquel sol era una hucha oxidada. Camilo José Cela sentiría miedo a pesar de ir acompañado por Eugenio Suárez, con el fin de que le dieran un pasaporte. En ese edificio ardía una maleza de hedores y desprendía pánico. El escolta de un personaje muy conocido, decía: ”Vengo harto de dar palizas”, mientras enseñaba su mano enorme y rojiza. Qué masoquismo. Por aquellas rejas, se oían lamentos, a pesar de estar tapadas por hierro agujereado. Después la vigilaban los guardias.
Ahora, muy pocos paseantes, desconocen el horror que ardía entre esos muros. Y estos nombres: Casa de Correos, Ministerio de Gobernación, Dirección General de Seguridad, Casa de la República y el 14 de abril de 1931, plaza de banderas e himnos republicanos, cuando Alfonso XIII emprendería el camino del exilio. Ahora la historia duerme, el tiempo se acuesta y, quizás, en la noche madrileña, larga y lejana, llegue el eco de algún lamento, el de unas palabras que arderán, quien sabe a qué hora, como si nos anunciaran que el pasado estará enterrado y el sol, cada mañana, sale para todos.






