A decir de nuestros políticos, Extremadura ha superado con nota el examen de la Feria Internacional del Turismo (Fitur-2015) celebrada la pasada semana en Madrid. Aun considerando que toda inversión en turismo es poca –dentro de nada se lanza una gran campaña publicitaria de 4 millones de euros en medios de comunicación de fuera de la región–, veremos esa puntuación a los esfuerzos del consejero de Turismo, Víctor del Moral Agúndez, y todo su equipo dentro de nada, en Semana Santa. Si nuestra Comunidad Autónoma ha sabido vender bien sus excelencias, que no son pocas, esos días las calles de nuestros pueblos y ciudades deberían estar a rebosar de turistas ávidos de experiencias nuevas en una región que tiene mucho que ofrecer en cualquiera de las exigencias que busquen los visitantes.
Hay quien dice que Cáceres, con su Capitalidad de la Gastronomía Española, le ha restado protagonismo al resto de las ciudades. No estoy de acuerdo. Mérida y su alcalde, Pedro Acedo, también han hecho su campaña para conseguir en 2016 la Capitalidad Iberoamericana de la Gastronomía, que bien merece con restaurantes como La Taberna de Sole, Rex Númitor o Tábula Calda, por citar sólo a tres, todo ello con un decorado excepcional declarado conjunto Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El alcalde Acedo ha mantenido contactos al más alto nivel buscando apoyos para la candidatura emeritense y, con un poco de suerte, lograremos esa capitalidad.
Pero en este 2015, para qué negarlo, era y es el momento de Cáceres y de su alcaldesa Elena Nevado del Campo, y para restaurantes como Atrio, Torre de Sande, El Requeté, La Cacharrería, Bouquet, En Cuchara de Plata, Brasería Los Duendes, Eustaquio Blanco, Madruelo y El Corregidor. Sé que se me escapará alguno, pero como crítico senior y colaborador por tanto de TrypAdvisor en todos los anteriores he comido y la sensación ha sido excelente o muy buena. Los dos que más me gustan son Atrio y Torre de Sande, quedando claro que los recomendaría todos, pero he de confesar que siento una cierta debilidad por el Torre de Sande, donde mi amigo de Facebook, el chef César Ráez, convierte la materia prima en pura sinfonía de colores, olores y sabores; vamos, que uno tiene que ir predispuesto a encontrarse con la excelencia hecha cocina.
Son estos restaurantes, y alguno que se me escapa, los que visitaré a lo largo de este año para hacer mis críticas para TrypAdvisor y recomendarlos a miles de viajeros que, incluso, me formulan preguntas de éste o aquél de manera interna. Con esto quiero decir que la cocina que se realiza en Cáceres no es que sea buena, es que es muy buena, por lo tanto a nadie debe sorprender lo de la Capitalidad que, como dice nuestra alcaldesa Elena Nevado, está más que merecida.
Pero Extremadura no es solo Cáceres y sus fogones sino mucho más. Son todas sus fiestas de interés turístico internacional, nacional y regional. Son sus paisajes del Valle del Jerte, de la Vera, del Ambroz, de la dehesa pacense, de los Ibores, del Campo Arañuelo… Es decir, que tenemos un potencial muy importante que hay que saber explotar desde y con los cinco sentidos. Por esta razón, es vital que la Consejería de Turismo y el Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura se dejen asesorar de verdaderos profesionales para hacer esa inversión que supera los 600 millones de las antiguas pesetas e invertir con cabeza en medios que, afines o no políticamente, lleguen al gran público. Pienso que debemos estar preparados tanto para el turismo mochilero, como el de camping y de Paradores. Aquí todo el mundo cuenta. El hecho es sumar sin descartar ninguna opción.
Fitur ha sido –lo es siempre—un buen punto de partida para el turismo, pero solo eso. Ahora es cuando viene el trabajo de verdad. Está muy bien que los chinos se agolpasen por un trozo de patatera de Malpartida de Cáceres en el stand de Fitur, pero eso es puro entretenimiento ferial. Ahora, desde políticos a cocineros, pasando por guías turísticos y alcaldes, deben ser muy conscientes de que cada día nos visitarán muchos miles de personas, cada una con una necesidad en concreto, y a la que hay que saber dar respuesta. Si se consigue, habremos hecho buena la máxima de que toda inversión en turismo es poca. Y que no olvide nadie que en turismo el boca a oído es muy importante. Un turista que se va satisfecho de una ciudad o pueblo, seguro que vuelve y que hace que sus familiares o amigos visiten el lugar del que se quedaron maravillados.
Unas ciudades limpias, donde se note la salubridad, la amabilidad de los vecinos cuando se les pregunte por cualquier lugar, unas zonas donde aparcar los coches…, en definitiva, unos lugares con facilidades y simpatía hacen que los turistas conozcan y nos conozcan. Si no se logra lo anterior, se habrá tirado el dinero porque el resultado será desastroso. Conociendo a mi gente, a los extremeños, estoy convencido de que cada uno sabrá poner de su parte para que esta empresa en común que se llama turismo y que aporta pingües beneficios para que la economía de Extremadura salga adelante.