LA DESTRUCCIÓN DE LA MEMORIA

[Img #44242]Comienzo el artículo, con un “mantra”, que iré repitiendo, en cada uno de ellos, por si sirviera de algo: “Poned la cruz en la casilla de la Iglesia, en la Declaración de Renta. Ganaremos todos.”

 

Hecho lo cual, nos metemos en faena.

 

Las obras de arte siempre han sido la memoria de una época y una sociedad. Con frecuencia al artista se le ha llamado el notario del alma de su tiempo, y ha sabido captar, a veces bajo un simbolismo que hace las delicias de los estudiosos, aquello que la ha definido y que es muy difícil plasmar en los documentos. Las generaciones posteriores han querido mantener y cuidar el resultado de su trabajo, no sólo por su belleza y significado, sino porque constituía su Patrimonio inmaterial, la esencia diferencial de su ser, encarnada en estatuas, edificios, cuadros, joyas… Y esto es lo que los enemigos  de cualquier nación o sociedad, han querido destruir, siempre. Como he repetido con frecuencia, el hacer desparecer esa esencia, deja un espacio histórico y anímico vacío en una persona o sociedad, y en él, podrán imponer, sin problemas, sus ideas los dictadores, y enemigos. Esta rotura con su pasado  deja huérfanos a los ciudadanos y los nuevos, se proclaman como padres adoptivos ideológicos.

 

Esta es la razón por la que unos y otros han hecho un baluarte de las obras de arte, como si fuera el cemento que cohesiona y sustenta a una nación. La destrucción de las obras de arte por parte del Estado  Islámico, obedece a todos estos planteamientos, los mismos sobre los que han justificado las destrucciones unos y otros a través de la historia.

 

[Img #44244]La Humanidad en la actualidad no las tiene todas consigo sobre lo que estos nuevos bárbaros, como son los del EI, harán con las ruinas de Palmira. Sin embargo es mucho menos conocido aquel 24 de agosto de 1943, en el que una formación de bombarderos británicos, lanzó un diluvio de bombas sobre Pompeya y destruyeron  los arcos del Foro, la casa de Triptólemo, la casa de Rómulo y Remo, y las dos primeras salas del Museo Pompeyano -donde se custodiaban miles de objetos descubiertos en las excavaciones iniciadas en 1748 por orden de Carlos III, Rey de Nápoles. No serían los únicos, los norteamericanos continuaron. Aproximadamente  190 bombas de 400 kilos, caerían sobre Pompeya, para humillar a Mussolini que consideraba a esta ciudad un ejemplo de la importancia cultural de Italia frente a la pobreza histórica de los Aliados. Y no fue sólo el daño inmediato, lo peor, las explosiones removieron el terreno, y  la lluvia  destruyó frescos y muros que habían permanecido a salvo protegidos por la ceniza, durante 18 siglos.

 

[Img #44243]El mundo del arte español se congratulaba hace pocas fechas de la restauración, prácticamente reconstrucción de la única obra de Miguel Ángel que se conocía que había en España.  El 26 de julio de 1936, se cree que fue  la Sección Ferroviaria de la CNT de Linares la que asaltó la Capilla del Salvador de Úbeda (Jaén), reconvertida en garaje. Además de la destrucción y quema de un retablo de Berruguete, destrozaron un San Juanito de mármol obra de Miguel Ángel, y sus restos los arrojaron a una hoguera. Alguien recogió de las cenizas lo que quedó, y lo guardó. Y con estos restos se ha reconstruido la imagen. No serían las únicas destrucciones, los anarquistas, quemaron y destruyeron todo aquello que era religioso.

 

La clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia, sencillamente no ha dejado en pie ni una siquiera [iglesias] (…) hemos suprimido sus sacerdotes, las iglesias y el culto.”

 

Andrés Nin, La Vanguardia, 2/08/36.”

 

Lo  mismo que afirman  en la actualidad los de Estado Islámico, destruyen todo aquello que no es islámico y se vanaglorian por hacerlo.

 

No fueron los únicos en la Guerra Civil, que hcieron peligrar el Patrimonio artístico común, por motivos ideológicos. Intencionado o no, el 16 de Noviembre de 1936, la aviación franquista bombardeó Madrid, varias bombas cayeron sobre el Museo del Prado que no sufrió apenas por las medidas de emergencia tomadas, afectando solamente a un relieve del S.XVI y a los cerramientos, por causa de las ondas expansivas.

 

Y podríamos seguir llenando páginas y páginas de todos estos desastres intencionados, demostrando que el integrismo no tiene, por desgracia, ni lugar geográfico ni fecha de caducidad.