Transcurrida una semana desde la celebración de las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo de 2015, puedo aludir a la misma como una campaña densa, viva, profunda, y si me pidiesen una calificación académica: NOTABLE.
Las campañas en los procesos electorales autonómicos, y sobre todo, municipales, difieren de manera considerable a las campañas llevadas a cabo en procesos electorales en elecciones generales, o al Parlamento Europeo, la intensidad y la y las ganas de involucrarse de los actores principales es mucho mayor en las primeras con respecto a las segundas.
La actual que acabamos de concluir ha sido especialmente apasionada, cada día de campaña electoral se ha vivido con ahínco.
Han acaecido las incidencias habituales en todos los procesos electorales:
- Captación de votos en los centros o residencias de ancianos que en algunos casos, aunque mínimos, han rozado lo ilegal o irregular.
- La existencia de sobres de diferente formato o colores más claros en alguna localidad.
- Papeletas de candidaturas con errores de tipografía.
- Errores en la distribución del mailing con papeletas correspondientes a candidaturas de otras circunscripciones electorales.
- Las dudas sobre el procedimiento de empadronamientos.
- La dificultad de comprender el procedimiento para el voto de los españoles residentes ausentes o el conocido como “voto rogado” (por cierto considero que en la próxima modificación de la ley orgánica del Régimen Electoral General desaparecerá el sistema actual por otro menos formalista y fácil para el elector, además de la desaparición de la jornada de reflexión, no tiene sentido con la actual sociedad de la información y las redes sociales).
- Las típicas reclamaciones sobre la existencias de propaganda electoral de las formaciones políticas en lugares no habilitados al efecto.
- Trabas en la concesión de permisos por campaña electoral por parte de la Administración Regional.
Aunque pudieren parecer muchas incidencias son mínimas y, en general, ha prevalecido el buen funcionamiento del sistema electoral durante la campaña y todos/as los/as que han intervenido en la misma han ofrecido un trato excepcional, cordial, profesional.
Sin embargo, ha habido dos asuntos que traspasaron los límites de las reglas del juego.
En primer lugar, las denuncias del Partido Popular contra Guillermo Fernández Vara, hasta cuatro denuncias ante la Junta Electoral de Extremadura, todas desestimadas por parte de la citada Junta Electoral, y no conforme con el acuerdo de esa Junta, reiteraron las denuncias ante la Junta Electoral Central, la cual desestimó nuevamente las pretensiones del Partido Popular.
En segundo lugar, la ausencia de objetividad de algún medio de comunicación de nuestra Comunidad. Con el inicio de la campaña electoral y bajo el título “Respeto y objetividad de los medios de comunicación” vine a emitir mi opinión sobre lo que entendí una falta de respeto al derecho de los extremeños de recibir información veraz y, sobre todo, al respeto a un espacio de información objetivo. Indiqué en el citado artículo mi convencimiento que esas prácticas desaparecerían durante los días de campaña, pero me equivoqué, incluso se hicieron más palpables y la objetividad brilló por su ausencia.
Por estos dos motivos la calificación de la campaña electoral no obtuvo la nota de Sobresaliente, y por ello puedo indicar que fue UNA CAMPAÑA ELECTORAL DE NOTABLE