Los dos primeros montajes de la Escuela de Arte Dramático, con los que se graduaba la primera promoción de sus alumnos, representados en dos martes consecutivos en el Gran Teatro, con libre aforo y muchísimo público, tuvieron el mérito de ser obras de famosos dramaturgos: el primero, El chico de la última fila, escrita por el muy premiado Juan Mayorga, quien plantea unos problemas educativos, familiares y literarios muy actuales.
![EL FESTIVAL NO OFICIAL DE TEATRO:MONTAJES DE LA ESAD Y DEL OFF FESTIVAL [Img #44786]](upload/img/periodico/img_44786.jpg)
Y es lástima, pues las dos primeras gozaron de un alto nivel interpretativo, así como de buena dirección y original montaje. No así la tercera y tumultuosa “Quince movimientos”, que resultó un batiburrillo de muy distintos Sketchs, exageradamente paródicos y de una sátira panfletaria, en la línea del llamado “15-M”: todo muy excesivo y reiterativo; hasta el punto de que hubiera quedado bien en el salón de la Escuela o ESAD, como ejercicio de investigación teatral, pero no estaba suficientemente preparada para el Gran público, que nos aburrió soberanamente, saliéndose un cierto número de espectadores, que sentían como “vergüenza ajena y algunos explicable indignación.
Sobre algunos montajes del OFF FESTIVAL, que presenciamos, por orden de actuación: Los dos primeros, debidos a Cambaluz-Ateneo resultaron algo desiguales, en cuanto que el entremés cervantino “El juez de los divorcios” resultó bastante más logrado y gracioso que el irregular Ligazón de Valle Inclán, que por otra parte, no es una obrita verdaderamente clásica, sino del siglo XX e interpretada por actrices inexpertas, aunque bien dirigidas por Juan Merino y bastante aplaudidas por el respetable.
En la siguiente semana, días 11 y 12, podemos decir algo parecido respecto a los dos entremeses de Quiñones de Benavente, a cargo del grupo Soleras, de la Peña del cura: resultó mejor, más simpática La malcontenta que el más difícil Mundo al revés: en general interpretaron bastante bien y omito la dirección al ser el crítico juez y parte en la misma.
Muy simpático y ocurrente fue el paralelismo humorístico que trazó FRANQUETE, vestido de juglarón, el jueves 18, por su ingeniosa historia de Cáceres: sus alcaldes, personajes célebres, curiosas costumbres, con graciosos guiños a temas de actualidad. Fue muy aplaudido.
No queremos pasar por alto los dos magníficos conciertos: el de apertura del Festival, en el Gran Teatro, a cargo de la Banda Sinfónica de la Excma Diputación, muy bien dirigida por el veterano maestro Antonio L. Suárez: presentó unas bonitas y melancólicas czardas del siglo XVIII y otras más conocidas, en las que destacaban solos de trompeta, a cargo de un gran trompetista placentino y otro cacereño. El otro concierto fue el miércoles 17, en la Plaza de san Jorge, realizado por la orquesta de viento del Conservatorio Hermanos Berzosa, con un variado y bien ejecutado repertorio. Ambos conciertos fueron muy aplaudidos por el numeroso público asistente. La Excma Diputación se apuntó otro éxito, con su Escuela de Danza el día 18 en la PL. de san Jorge.
 
								






