![NUEVA MIRADA: ZURBARAN EN EL THYSSEN [Img #45646]](upload/img/periodico/img_45646.jpg)
No sé si me he acordado de los Platters y su canción del “humo ciega tus ojos”, de nuestro Francisco y la magia de sus manos, el numen que corría por los claustros de sus óleos, oh ese San Serapio, que ha vuelto a España, obra maestra, expuesta hace medio siglo. Y, con acierto, lo ha recogido el Thyssen, tras medio siglo de ausencia, una sola vez en España. Venid, venid a ver el tenebrismo, el contraste de luces y sombras, el realismo de estos frailes que parecen que, han hecho un alto en el claustro, camino de la iglesia o del refectorio.
Apenas si avanzaba dos pasos en la exposición de este maestro de la penitencia, testimonio de la vida monástica y conventual del siglo XVII. Este Francisco de Zurbarán, lírico mayor de la pintura, dedos de seda, caricia del óleo, religioso mercedario que, los sarracenos, al parecer, lo torturaron. Cómo un ser así, dedos de viento, yemas de calma, pudo dejar el espíritu en un camino que no fuese una nube celestial.
Hace medio siglo, que este profeta mayor del óleo no volvía a los ojos de sus paisanos. Aquí lo tenéis, en el corazón de España, haced un huequecito en vuestras horas, y gozad, gozad con el maestro, “primer pintor español que expone en el museo” – según Solana, director artístico del Thyssen -. Y que, según Mar Borobia: “es espectacular cómo consigue traducir la naturaleza de las telas…, (que) hasta los alfileres tienen su sombra”. Esta es la nueva mirada y la imagen renovada del genio de Fuente de Cantos.
Y EN LA CONSULTA DEL DOCTOR VEGA
Lejos del Museo, en una pared confidencial, un sorprendente óleo de Zurbarán: Una de esas obras que, tras un largo periplo, cuelga, mágicamente, “Cristo en Emaus”, joya pictórica donde descansa la vista gratamente. “Cristo en Emaus”, figura, curiosamente, en la consulta de un ilustre psiquiatra: la del doctor Vega Martín – Lunas, privilegiado médico de tratar, en su adolescencia, a ilustres creadores del Madrid de posguerra. Entre otros, Luis Vega conoció a César González – Ruano, a Severo Ochoa, Andrés Segovia, a Camilo José Cela, Gerardo Diego, Azorín…, toda una generación. Y quién sabe si quizás, una obra como esta, no lleve, como una paloma de la paz, hojas de tilo para los nervios de sus pacientes. Ahí está el “Cristo en Emaus”, expuesto, hace años, en el Museo de Bellas Artes de San Carlos en Méjico. Y de él han escrito historiadores del arte, entre otros, Camón Aznar, Gaya Nuño, Bonet Correa… En fin: una joya, capaz de aliviar males, recuperar la calma de la ansiedad, sosegar, en suma, el simpático y el parasimpático, especialmente, esa mirada de Jesús, capaz de transmitirnos una ignaciana sustitución de ideas, como para salir satisfecho y relajado de una estampa impresionante de Cristo. Así, hasta el propio psiquiatra, contribuirá a que su enfermo – y como estamos en el año teresiano – logre “la paciencia que todo lo alcanza”.






