Al llegar esta mañana antes de las ocho a las oficinas del 112 ya sabía, por los contactos de la noche, que los trabajos en el incendio de la Sierra de Gata habían sido intensos y que el tiempo había acompañado. Cuando se inició la reunión y desde el Mando Único se informó que el incendio estaba estabilizado y que estaría bajo control en las horas siguientes sentí una mezcla de alivio, de alegría por la gente que tanto estaba sufriendo y de ganas de llegar allí. Me fui para Acebo y me topé de bruces con el dolor, con la pena, con el sufrimiento, con la indignación y con el miedo. Un grupo numeroso de vecinos y nosotros constituimos una asamblea de calle. Algunos lo han perdido todo. Les aseguré que nos van a tener. Me van a tener a su lado. Luego a Hoyos y ayer a última hora estuve en Perales.
La SIERRA DE GATA ESTÁ VIVA, MUY VIVA. Sigue siendo uno de los rincones más bonitos del mundo. Tenemos una herida que ahora sangra mucho, pero la vemos a coser y a curar para que no deje más que una cicatriz. Que todos los que fueran a venir vengan próximamente. Porque se han quemado 6 o 7 mil hectáreas, pero quedan otras 153.000. E incluso las quemadas son una oportunidad de ver, para que se pueda comprobar en unos años, lo que se puede hacer si hay firme voluntad en los pueblos.
Al que perdió todas sus ovejas, al que vio desaparecer su casa… le digo y les digo: vamos a estar a su lado.