Se dice que la perspectiva es la distancia desde la que se contemplan las cosas, se supone que con mayor racionalidad y certeza. Bien está, desde luego, lógicos y fríos debiéramos ser todos. Cuando se deba razonar.
Pero es bastante improbable que lo seamos. Como lo es la costumbre de construir categorías que sirvan de precepto. Que expliquen el mundo. Y no recetas varias para tomar de una u otra medicación según el mal que nos aqueje en cada momento de la historia.
Y aunque los estudiosos cuentan en sus libros que todos, con la madurez, acabamos llegando a un estado de comprensión formal y genérico donde son las ideas las que se entremezclan formando nuestro propio corpus de conocimiento, lo cierto es que luego llega un Rajoy cualquiera diciendo aquello de que un plato es un plato y un vaso es un vaso y nos descuadra el argumentario.
Como nos manda la autoestima a paseo el que la gente trabajadora y recia, que hace gala de ello (habitualmente), demande del noble de real cuna el venir a visitarnos un día por la mañana y tengamos que enseñarle el salón de plenos de Ikea de un edificio con historia en mitad de la plaza mayor de una ciudad de toda la vida en lo doméstico. Para hacer tiempo (imagino). Y que justifique el viaje, se supone. Ya ven, debe ser cosa de las incongruencias. Humanas.
Menudo guirigay con eso de las entradas protocolarias. Vade retro, apartad de mi. Conciencias escrupulosas donde las haya. Señores todos, y a mí la legión, que nos defienda del moro. Postureo, comentan en la calle. Chocolate del loro. Que está bien, como aperitivo, pero que la comida precisa varios platos. Me dicen.
Viajo a Hoyos en el fin de semana. La imagen no es buena. No llueve y la aceituna no engorda, se lamentan los de la zona. Siguen cogiéndolas los abuelos porque los nietos no quieren, me cuentan. La zona es tan hermosa que de cerca resulta todavía más fuerte la sensación de desperdicio, de desastre del fuego. La naturaleza remontará, lo viene haciendo hace siglos. Pero no hubiera sido necesario causarle tantas heridas…No. La gente, fantástica. Me encuentro allí con el alcalde, maestro. Existe una especie de «comunión» entre todos los que trabajamos en el campo educativo. Y con el Bola, reconvertido en otro oficio, pero que sigue siendo él. Qué alegría.
Para cuando este artículo se publique, ya se habrán producido las elecciones catalanas. Ya se estarán analizando los resultados. Buenos, para todos, dirán los partidos. La separación de las distintas percepciones de Cataluña es ya un hecho. Y tocará sentarse y hablar. Parece hasta mentira cómo unas elecciones autonómicas pueden haberse convertido (a tenor de los debates) en un sí o un no a una hipotética independencia de Cataluña.
Por lo demás se ha dado el primer paso para elegir a los hombres y mujeres que acompañarán a Pedro Sánchez en su candidatura por toda España para ser Presidente. Y los parámetros tan variados y difusos que al final nadie está contento. Salvo los elegidos, claro. Lo de decir una cosa y hacer justo lo contrario parece haberse convertido en moneda corriente. Y como dijo aquel: «yo en meigas no creo, pero haberlas, haylas…»
Llega el otoño poco a poco y nos preparamos para ello. Dentro de nada volverán las medias y los zapatos cerrados. Los abrigos y los paraguas. Las estaciones no se quedan atrás. El mosaico de personas y días empieza a mostrarse claramente, como si de algo nuevo se tratase. Amigos, es la vida que pasa…Salud