¿ARDE PARÍS? por Carlos von Ullman

Los descreídos y pusilánimes recibieron un golpe brutal al ver las imágenes de un París en llamas y con cientos de muertos y heridos en sus calles, consecuencia de un ataque coordinado y perfectamente estructurado militarmente que se lanzó en, al menos, siete puntos de la capital de Francia a la vez.

[Img #47384]La política de apaciguamiento y de ignorancia del problema principal siempre trae estas consecuencias que no son otras que las del engrandecimiento de la seguridad, temeridad y avaricia en sus acciones de la parte contraria.

 

Si queridos lectores, porque aquí, queramos o no queramos existe una parte contraria y existe un estado de guerra que no se materializa formalmente sólo por la incapacidad momentánea del enemigo, incapacidad logística, incapacidad económica, incapacidad estratégica, pero no incapacidad táctica como acabamos de sufrir nuevamente en Europa. Las escenas de ayer, con el llamado al ejército a controlar la situación, el desbordamiento de los servicios policiales y de emergencia, la declaración del estado de excepción, el cierre de las fronteras y el toque de queda en la ciudad de la luz, pidiendo a sus habitantes que no salgan de sus casas, junto con la presencia de fuerzas militares en las calles, evidencian, salvo ceguera interesada, un estado de guerra no visto desde en la antigua Lutecia desde el 25 de agosto de 1945.

 

Tenemos un problema y es muy serio. Las religiones cristianas no mantienen un papel político en la actualidad, es más su pensamiento y filosofía ha evolucionado, no sin lucha, provocando sociedades civiles e instituciones que son aconfesionales y existe en la actualidad una confluencia entorno a lo que son las personas, su dignidad, sus derechos y el valor de la vida humana entre los principios religiosos imperantes en mayor o menor grado en las sociedades occidentales y los principios constitucionales aconfesionales de las mismas, dicho esto en términos de generalidad, dado que se mantienen desencuentros. Es por tanto que el hecho religioso se mantiene al margen del Estado, y nos acompaña, con sus símbolos, como elemento cultural y definitorio a efectos históricos de una sociedad que ha alcanzado sus mayores cotas de libertad e integración.

 

Sin embargo  no ocurre así en otros casos, se mantienen proyectos integrales de pensamiento, que trasladan mandatos religiosos al ámbito civil y que pretenden imponerlos, sin piedad y con absoluto desprecio a los derechos humanos, al conjunto de las sociedades sobre las que consiguen tener el control, político, policial y militar. Lo hacen además sin pudor, sin reparo y son esconderse, en la absoluta seguridad de su superioridad moral consecuencia de sus mejores creencias, únicas y verdaderas. El conflicto se establece así con dos planos de actuación, mientras una parte cree en la diplomacia, el diálogo y la política de contención, la otra sólo utiliza esos recursos cuando es débil, abandonando descaradamente su uso a la menor capacidad de fuerza. Mientras una considera los daños a los civiles y da trato adecuado a los prisioneros de guerra, la otra asesina, esclaviza, viola a las personas por sus creencias, pensamiento, sexo y edad. Nunca la amenaza ha sido tan grande para las mujeres y los homosexuales, apenas a tres horas de vuelo de París o de Madrid, estas prácticas son constantes.

 

Esto ya pasó en la historia, pasó con la invasión oriente medio, el norte de África, España, Portugal y la Europa central y balcánica hasta las puertas de Viena, hace más años en la península ibérica y apenas hace doscientos en Hungría, Eslovaquia y Croacia, donde no es de extrañar que se tomen medidas cuando se ve, como se está viendo, que buena parte de los refugiados orientales rechazan la ayuda humanitaria, anteponiendo religión a necesidad, sólo porque viene grabada con el logotipo de la CRUZ ROJA INTERNACIONAL, invitando este comportamiento a una profunda reflexión y es que la cacareada “convivencia de las tres culturas” no existió nunca, como no existe en las zonas en las que persiste el predominio de pensamientos religiosos trasladados al cuerpo legislativo civil y si no que pregunten a los Cristianos Coptos en Egipto, a los cientos de millares huidos o asesinados en Irak o al simple hecho de la prohibición de portar una cruz por la calle, o que una mujer pueda conducir un automóvil en Arabia Saudí. Esto pasó con las ideologías totalitarias o racistas de la primera y segunda mitad del siglo XX, que utilizaron exactamente los mismos comportamientos, pasó en la Argelia Francesa, donde fue imposible la convivencia con la minoría europea tras la independencia.

 

Podemos seguir sin tomar medidas, sin enfocar el problema en su origen y tomar las medidas adecuadas, sin actuar sobre Estados nacionales que propagan esta forma de pensamiento y que aparentemente son nuestros amigos, sólo porque aún no pueden imponer su criterio y funcionan como verdaderas dictaduras religiosas. Las amenazas son reales, para nuestra forma de vida, para los hombres que no piensen como ellos, para las mujeres que serán relegadas a la esclavitud y la dependencia, para los homosexuales que serán ahorcados, esa es la realidad y el enfoque correcto. Cuando dicen que no pararan hasta ver su bandera ondeando en la Ciudad del Vaticano, sobre la Alhambra de Granada y que entrarán en Poitiers, en Viena y tras sus fronteras históricas en Europa entera, ni están lanzando una bravata, sino que están descubriendo sus intenciones, una vez que alcancen la capacidad estratégica de hacerlo. Frente a eso los europeos solo tienen dos opciones, huir a América o luchar por su independencia y por su libertad, conseguida frente a otros absolutismos y totalitarismos desde hace años, no nos engañemos, sin Poitiers, sin Covadonga, sin las Navas de Tolosa, sin Lepanto, y sin Viena, Europa sería otra, y quien sabe quien hubiese descubierto América, podría haber sido una extensión más de Arabia Saudí, la que conocemos ahora, no un remedo histórico edulcorado de hace 500 ó 700 años.  El problema es el mismo, las batallas también, París está ardiendo con sus muertos y heridos. El Estado de Guerra es una realidad, mal que nos pese.