La plaza, nuestra feria, sus tardes de toros anunciadas por doquier, el tapeo, el bullicio del ferial, las tertulia y muchas ilusiones de cacereños pasadas entre perfiles femenino en primavera.
Sin saber, entre todos, definimos un ambiente singular y alegre de esta ciudad en fiesta, que pudiera ser rÉplica, vibrante del perfil equilibrado que muestra nuestra ciudad monumental.
Este año los aficionados cacereños a los toros, por desgracia y, sin culpa, no podremos asistir al Coso de “La Era de los Mártires “para ser testigo de las lidias que reciban los toros en la presente edición. Pues, la propietaria de la plaza, en este caso el EXcm. Ayuntamiento y sus Concejales no se han puesto de acuerdo para que en la tradicional Feria de San Fernando podamos disfrutar de la Fiesta de las Fiesta. Todo esto se ha podido resolver si se hubieran conjuntados buenas voluntades por parte del Consistorio.
Yo, gracias a Dios. Procuro que mis críticas sean: sinceras, serenas, juiciosas y doctaS. Sin embargo, pienso que el mal de ojo existe en algunos miembros del gobierno local. De ahí, que no tengamos toros en San Fernando. En la presente edición el perjudicado ha sido el pueblo soberano.
También echo de menos las quejas del Club Cultural Taurino Cacereños y otras Peñas, así como la falta de algunos competentes y buenos aficionados de la Ciudad. No han escrito en los distintos medios de difusión, mostrando su disconformidad.( excepción de Fernando García Figueroa)
Mi primer contacto con la fiesta, tuvo lugar, exactamente el año l95O. Puedo afirmar que, desde esa fecha hasta junio del 2Ol5 último festejo taurino dado acá. Unas veces dentro y otras en la puerta de arrastre estuve presente en todas las corridas celebradas en el obsoleto coso taurino, armónico de línea y proporciones, muy bello pero sumamente incomodo para los espectadores.
¡ A los toros,de los toros.¡
Asistimos a esta danza de vida o muerte, donde el torero es bailarín y el toro la partitura.
En otras épocas, el aficionado a los toros, yo era uno de ellos, era de economía escasa, y si no podía “retratarme” en la taquilla para adquirir un billete,me quedaba el consuelo de presenciar la entrada y salida del festejo, satisfaciendo una pizca del aroma y del ambiente de este espectáculo.
Toros y toreros citados por el destino para dar guión a cada tarde, desde el valor, el gusto el misterio y el arte, mientras los vencejos que anidan en los aleros del coso, revolotean por todo el recinto taurino.
A la puerta de arrastre, allí íbamos los tristes desahuciados de la taquilla a instalarnos junto a la puerta de caballos, para ver llegar el gentío, gran profusión de coches, bellas mujeres con el mantón de manila, los picadores, un alguacilillo arrogante sobre parsimonioso corcel de estudiadas andaduras. ( de cuyo nombre me acuerdo:” SANDALIO”). Quince minutos antes de dar comienzo la corrida, por fin el coche de los toreros.
Se oyen los clarines. Palmoteo, música, clamores de ovación, estridencia de protesta, oles. ¡Como se divierten.¡ Nosotros pasábamos el rato viendo “colarse” a unos golfillos, que gateaban diestramente sobre la pared próxima a los corrales de chiqueros.
Terminada la corrida, nada hemos gastado, pero algo sabemos de la fiesta celebrada, y además descendíamos con importancia calle Margallo abajo, con las manos en los bolsillos, con el empaque de potentado que ha sabido gastarse unos cuantos duros en la entrada.
Hago punto final al lamentable estado de los toros en Cáceres. Acaso para los que me acompañasteis sentiréis la misma pena. Dios os premie la paciencia. Y a mí y a vosotros nos de la alegría de ver reverdecer algún día nuestra afición.
¡ Lástima de aquellos tiempos¡.