INCENTIVOS SÍ, SUBVENCIONES, DEPENDE

De piedra me quedé cuando me contaron de muy buena tinta, que en Extremadura alguna
que otra entidad bancaria con «posibles», expresamente destinados a la incentivación de
proyectos empresariales, no los usa, no por defecto suyo, ya que ofrece unas condiciones
económicas inmejorables, sino porque la aceptación de los mismos, por persona o
empresa, no es compatible con la recepción de posibles subvenciones a fondo perdido de
la Administración. Y eligen a ésta.

El asunto no tendría importancia si fueran casos aislados, pero no es así. Es una forma de
entender el riesgo en Extremadura, no generalizable, pero sí bastante común, lo que
podría explicar en detalle ciertos rasgos de la regional y situaciones de escaso ritmo y
progreso, a pesar de vivir en el siglo XXI.

El Estado de las Autonomías es muy caro. Eso ya lo sabemos todos. Cuando se inició y
dado que había que construirlo y reforzarlo, sus costes se llevaron por delante otras
reformas tan importantes o más que las suyas propias, protocolos incluidos. El tiempo dió
la razón a quienes siempre dijeron que los servicios se duplicarían y en algunos casos
sólo serían referencias para «hinchar» cuerpos de funcionarios y pelear con dinero público
en contra del paro.

El momento es de tal gravedad que exige una nueva mentalización del subconsciente
colectivo. Por mucho que se crea en el papel del Estado como árbitro regulador de las
desigualdades sociales es imposible no darse cuenta de que en momentos globalizados y
de ajustes, la iniciativa privada tiene mucho qué decir. Algo así como en las cuestiones de
investigación, desarrollo e innovación, en las que se precisa de la inversión de las
empresas privadas pues las públicas no pueden «tirar» solas de los índices de un país
siempre a la cola en este campo en la lista de las naciones desarrolladas.

Aparece un término importante, a mi entender, aunque no parezca estar muy de moda en
ciertos discursos oficiales: el de la competitividad. No entendido como lucha descarnada
entre desiguales, sino como recurso para la excelencia.

Nada más que hay que mirar hacia otras sociedades avanzadas para darse cuenta de
que España y más concretamente Extremadura, necesita cambiar los patrones de
crecimiento, copiando si es preciso de quienes han usado formulas diversas, bien
distintas a las de aquí, con resultados importantes para la economía general.

Soy de las que creo que no puede redistribuirse riqueza si no existe, al igual que no hay
dinamismo si todo es plano y rebajado a lugares comunes nivelados sobre mínimos y
nunca sobre máximos. Trabajar solo para los niveles inferiores de renta puede que sea
una obligación, pero ello no puede hacer descuidar a otros grupos sociales, si de éstos
depende la productividad de un territorio. Aumentar los impuestos que han de pagar sin
contrapartidas en incentivos no parece funcionar demasiado, de cara a las arcas públicas,
pues la globalización les permite operar en otros lugares con menos costes. Y no estoy
hablando de las grandes fortunas o empresas, si no de una clase media que es quien
equilibra los niveles inferiores y superiores, pero que con el gobierno del Partido Popular
en estos últimos años se ha llevado lo peor de la crisis y está prácticamente
desmantelada.