ENTONCES ¿YA NO SE PUEDE SER BUENA PERSONA?

Así comenzaba un artículo sobre el caso Nadia, que viene a reflejar la frustración e indignación a partes iguales de la población, ante un caso de aprovechamiento de la bondad que pese a todo todavía posee el humano. Lo peor de todo esto y hablo en primera persona, como víctima de un abuso de confianza, ya no es el robo material, que tarde o temprano se acaba superando, sino que ese abuso, provoca una sensación  terrible en el  individuo que lo sufre, difícilmente superable. A mí personalmente una persona, un supuesto editor, Manuel Ramos de Santa Amalia, al que di mi confianza, me ha estafado una importante cantidad de dinero, pero no es sólo el dinero, es la semilla de desconfianza la que está abriendo grietas con sus raíces en mi forma de ser.

 

En estas fechas gran parte de las ONGs recaudan la mayoría de sus ingresos que les permiten seguir funcionando y cumplir sus objetivos, las informaciones y las quejas de estas pueden leerse  diariamente  “las donaciones tras el caso Nadia han caído en picado”.

 

Los comentarios de la gente en los medios sociales,  dolida por el   abuso de la bondad y buena fe, tienen un denominador común: “Habéis mentido, habéis jugado con la pena para que la gente efectuara donaciones. Y aún peor, por vuestra mala actuación ahora muchas personas serán reticentes a ofrecer su ayuda, para no ser engañados”… “Lo que más rabia despierta en mi interior es el hecho de que la gente tenga tan pocos escrúpulos… Es indignante”… Que a uno lo engañen siempre molesta. Que a uno le engañen porque ha sido buena persona… tiene un plus de ensañamiento.

Esta sociedad está abusando de la buena fe de la gente para mover sus sentimientos hacia algo interesado. La impactante fotografía del niño Aylan ahogado en la playa, que conmovió al mundo, fue debidamente preparada colocando al niño, muerto, en un entorno adecuado. Hoy denunciaban la utilización de una misma fotografía sin duda dramática, para demostrar por una parte que: “Israel aprovechó el mundial de Brasil para masacrar a niños palestinos”. Y por otra, se utiliza para ilustrar las masacres de la guerra en Siria y que “la ONU, presiona a Asad, ante los ataques de su ejército.”

 

La sensación de sentirse manipulado y estafado en la buena fe y confianza en los demás puede crear el Síndrome de la tortuga, que ante una situación determinada, metamos nuestra cabeza y alma, dentro de un caparazón y que todo lo que ocurra a nuestro lado nos sea indiferente.