En la primera, el jueves 27, representó El libro de los cuentos, la Compañía Jackpot Producciones, patrocinado por la COPE, abarrotó el Gran Teatro un público de abuelos y niños pequeños, mayoritariamente en su primera infancia, muy bullanguero y que disfrutó de lo lindo participando con palmas rítmicas, muchas risas y aplausos, acompañando a las múltiples canciones con letra y música original.
El enlace entre los 12 clásicos cuentos, todos muy conocidos, corría
a cargo de la pareja formada por una aburrida princesa y un juglarón,
quienes entreveraban bromas y diálogos entre ellos y también con el
protagonista, monigote gigantón disfrazado de gran libro, el cual o
bien dormitaba, o perseguía a un travieso y malabarista duende,
cuando no ventoseaba con ruidosas humaredas.
Quizá por ser un musical, estuvo un tanto desprovisto del relato
cuentístico o narrativo, pues se limitaban a introducir cada cuento
y a cantarlo, dando tiempo después a que la pareja femenina que se
disfrazaba de los dos personajes principales del cuento, que danzaban
bien, al ritmo de la música, cambiara su oportuna caracterización.
Al
final, con mucho alborozo de los peques invadieron el patio de
butacas saludando al inquieto y alegre respetable, entregándoles a
la salida un sencillo obsequio.
El viernes 28, la Cía Teatro Sin Fin escenificó Las
aventuras de mandarina y Serafín:
el baúl mágico fue su inseparable compañero de estos divertidos y
aventureros personajes, que recorrían parques y plazas de diversas
ciudades, en busca de amig@s, a los que pedían que les ayudasen a
cumplir su misión con frases como esta: “A la izquierda y al
revés, cantad conmigo y juguemos otra vez”. Para una de estas
misiones se abre Barrigón y saca impensables artilugios.
Quizá el plato fuerte estuvo cuando pidieron al público su
colaboración actoral, para que interpretaran diversos personajes:
como Caperucita Roja, el lobo, el cazador y el bosque con los
pájaros, produciendo gran hilaridad entre la concurrencia, por cómo
iban caracterizados o sus improvisaciones muy ocurrentes.
Este espectáculo fue más teatral y menos musical y quizá por ello
no registró tanto público, incluso con niños algo más
crecididtos, como El Libro de los cuentos; pero ambos hicieron las
delicias de los asistentes.