I
Muerte dueles,…dueles.
Cuando saludas a alguno
de los nuestros la hoz deja en el alma un hueco
enorme, imposible de llenar por nada, profundo…
Zozobra, incomprensible ausencia y terrible duelo.
Lágrima que cae por un rostro entre el tumulto
dando paso a tan macabro riego por goteo
de quienes permanecen en el mundo,
al momento del adiós postrero.
No hubo trabajo más eficaz
hecho con gran esmero,
ese de tu amigo tenaz:
el implacable tiempo.
II
¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte!
¿Quién te desea?
¿Nadie te añora?
¿Alguna vez dejamos de llorar cuando te asomas?
¿Olvidamos que el color negro es tu bandera?
Y sin embargo eres sublime en la creencia,
cobijo del fracaso, descanso de la angustia.
Almas en vilo con ansia te anhelan;
vocean su fe por ti a cada instante.
Marcha con ellos de una vez,
por fin, muerte sedante;
y olvida a los demás,
muerte traidora.
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