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EXTREMADURA PIERDE EL TREN

OPINIÓN
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Extremadura
es la quinta Comunidad española con más superficie: 41.633
kilómetros cuadrados, mayor que seis países de la Unión Europea:
Bélgica (30.528 km2), Chipre, 9.250; Eslovenia, 20.273; Países
Bajos, 41.526; Luxemburgo, 2.586; y Malta, 316 km2. Y algo menos que
Dinamarca (43.094) y Estonia (45.000). Sin embargo, no es Extremadura
un país, sino una comunidad autónoma, una región de España, que
hubiere en 2011 el peor registro de crecimiento del Producto Interior
Bruto (PIB) de las regiones de la Europa de los 27, con un -0,3 por
ciento, junto a Murcia y Castilla-La Mancha. En términos PIB por
habitante, Extremadura cierra la lista con 16.149 euros por
habitante. (Véase el Informe del Instituto Nacional de Estadística,
de 30 de marzo de 2012, sobre el PIB regional de 2011), cuando la
media nacional del citado año fue de 23.271 euros y la de los 27, de
25.134.


Ha
mejorado Extremadura sus infraestructuras de comunicación con dos
autovías nacionales: la Autovía del Suroeste Madrid-Portugal,
antigua A-5; la A-66 (Autovía Ruta de la Plata), de Gijón a
Sevilla; la A-58 (Autovía Trujillo-Cáceres). Ha construido la
Comunidad dos autovías propias: la EX-A1, Autovía del Norte de
Extremadura, que discurre entre Navalmoral, Plasencia, Coria, hasta
Portugal, aún por finalizar; y la Autovía de las Vegas Altas, la
EX-A2, entre Miajadas-Don Benito-Villanueva de la Serena. Tiene
cuatro más en proyecto: la Autovía de las Dehesas (Zafra-Jerez de
los Caballeros, EX-A3); la Autovía de Extremadura Cáceres-Badajoz
(EX-A4); la Autovía de la Tierra de Barros, entre Almendralejo y
Solana de los Barros (EX-A5); y la EX-A6, o Autovía de la Raya,
entre Badajoz y Olivenza.


Sin
embargo, lo que ganamos en proyectos de carreteras, lo hemos perdido
en el ferrocarril convencional. A Extremadura vinieron siempre los
trenes de desechos de otras regiones. Y, como en el transporte aéreo,
las mejoras tuvo que subvencionarlas la Junta. Y ni aun así, los
citados transportes no parecen rentables para las empresas
explotadoras.


En
1988 perdimos el tren Ruta de la Plata, que realizaba servicios
diarios entre Badajoz y Bilbao. Recientemente perdimos el Talgo que
unía Cáceres con Madrid. El pasado año, el Lusitania dejó de
pasar por Cáceres para entrar en España desde Lisboa por Ciudad
Rodrigo y Fuentes de Oñoro (Salamanca). Ganamos las batalla de las
carreteras, pero hemos perdido la del tren, tras encontrarla hace más
de un siglo.


En
1926, en plena dictadura de Primo de Rivera, el Tren de la Jara,
desde Calera y Chozas (Toledo) hasta Villanueva de la Serena, estaba
incluido en el Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente
Construcción. Los fondos se agotaron y ni siquiera la República fue
capaz de continuar las obras. En los años 50 se quiso retomar el
proyecto, pero el Banco Mundial denegó un nuevo crédito. Empezaba
la era de las carreteras, y en 1964 se abandonó definitivamente. Las
vías vacías, sin raíles, se han convertido en vías verdes. Antes
de llegar a Guadalupe, un puente nos recuerda el sueño del dictador
de acercar por vía férrea las extensas comarcas
castellano-manchegas y extremeñas. El Vía de la Plata correrá la
misma suerte: vía verde.


Ahora
nos sorprende otra noticia: el proyecto de Fomento de reordenación
de las líneas de media distancia implicará la supresión de 779
trenes semanales, un 23,1 por ciento del total, a no ser que las
comunidades se hagan cargo de los trenes deficitarios. La reducción
de trenes en Extremadura podría alcanzar el 60 por ciento, el mayor
de España, al tiempo que se cerrarían dos estaciones con menos de
un viajero al día. (Véase El País del 23 de marzo de 2013).


Extremadura
ha pagado las mejoras en trenes y subvencionado las líneas aéreas,
mientras algunas comunidades tienen aeropuertos vacíos y trenes AVE
sufragados por el Gobierno. El AVE puede esperar porque, como pasó
con el Tren de la Jara, no hay dinero; pero hasta aquí hemos
llegado. La Comunidad no debe pagar ni un céntimo más a quienes
luego nos dejan tirados porque no hay negocio. Una Comunidad con una
superficie mayor que seis países de los 27 de la Unión hubiere
derecho a ello por parte del Gobierno, que cumple demasiado con
algunas y a otras las deja a su aire. Ya pagamos hasta nuestra
sanidad anticipadamente, y nadie nos devuelve el dinero. Somos los
primeros en recortes y presumimos de tener el menor déficit. Ni
España nos lo va a agradecer, porque lo hemos cargado sobre nuestros
hombros, como el tren, el avión, las autovías regionales, y los
palacios de congresos, para nada.


Ya
lo decía el ex presidente Ibarra: Extremadura perdió las dos
primeras revoluciones industriales y no debería perder la tercera,
la tecnológica, la de Internet, iniciada hace treinta años.
Abanderó él esta revolución; pero aún estamos lejos de contar con
centros tecnológicos como en otras regiones españolas. Ahora,
perdemos el tren, sus estaciones y hasta sus máquinas de vapor que
circularen por nuestras vías hasta no hace mucho. Extremadura, toda
verde, como las antiguas vías del tren; pero más alejada del
mundo…



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