Dicen muchos estudios que la economía es un estado cíclico, teoría proveniente de las concepciones de Karl Marx sobre el capitalismo, que nos introducen la idea de que todo volverá a su cauce, con mayor o menor rapidez, dependiendo de las medidas económicas-sociales que podamos poner en marcha, o más bien, que puedan poner en marcha esas altas esferas llamadas troika, Unión Europea o Gobierno de España., claro está, que escuchando a los peces gordosde la economía que previamente harán su trabajo como grupos de presión que son.
Los ciudadanos, también los militantes de los partidos, debemos estar activos, organizarnos a través de esferas de participación ciudadana, ya sean colectivas o individuales (redes sociales) y comenzar a crear una dinámica que conduzca a lareforma del sistema político, institucional e ideológico que conlleve una mayor implicación de la ciudadanía. Tienen cierta razón los que auguran que tras la espera para la mejora de la economía, todo volverá a los orígenes, al inicio de la crisis para situar a cada ciudadano en su contexto, pero quizás se nos escape la dureza y la extensión de una crisis que ya ha cambiado determinados comportamientos políticos.
Aquellos que sostienen que la «espera a la salida de la crisis» será la solución a los problemas políticos actuales pueden tener razón. En la década del 2000, cuando la economía estaba en las altas esferas a pocas personas le importaban si existía la corrupción, si determinado Alcalde recalificaba un terreno rústico a urbano, si se incumplían los planes de costas o si el Pocero construía ciudades insostenibles en Seseña. Precisamente, la respuesta hay que buscarla en la economía individual. Si la economía es boyante, los ciudadanos no están activos políticamente, o con otras palabras, si a todos nos va bien ¿para qué cambiar?
Esta crisis, y con el peligro de que todo vuelva a los orígenes que nos llevó a la actual situación, nos debe servir para reactivar la conciencia política, la organización interna y externa de las instituciones (públicas, partidos políticos, sindicatos, organizaciones varias…) y con ella, el deseado cambio que nos conduzca a otro nuevo concepto en las relaciones institucionales-partidos-ciudadanos.
Temo que los más pesimistas tengan razón: esperar a que todo pase por encima de nosotros, el no hablar para que a mi no me toque. Esa sociedad borreguil que es adiestrada para el no cambio, o lo que es peor, a la espera de la llegada de un lobo que se coma todo lo actual y nos pille desprevenido, debe pasar a un lado. Los ciudadanos debemos ser conscientes de la actual situación e instar al verdadero cambio, al arrastre de una cultura política instaurada que cambie por unos aspectos más sociales, igualitarios y participativos. Es nuestra oportunidad para cambiar o dejar que otros lo hagan por tí…
Sean felices