Creo haber leído hace tiempo en no
sé qué sitio, que “Mérida había vuelto a ser Capital romana” como consecuencia
del XVIII Congreso Internacional de Arqueología Clásica y por las ciudades tan
importantes que han acogido el Congreso, la relevancia de las personalidades
que han asistido al mismo, incluida la reina Dª Sofía (que bastante tuvo entre
el traspiés que dio y el acoso de los miembros de La Plataforma por la Renta
Básica, con aquello de “Sofía, la olla está vacía”…) y la
acogida que tal evento ha tenido por parte de todas las autoridades, incluida
la Vicealcaldesa Dª Raquel
Bravo por ausencia
de nuestro Alcalde Don Pedro
Acedo Penco.
Pero no es
exactamente esto lo que quiero resaltar en este artículo de opinión, ni tampoco
obviar la importancia de nuestras ciudades Patrimonio de la Humanidad (Cáceres,
Guadalupe y Mérida), así como la alegría que nos proporciona el saber que ya
vamos a empezar a disfrutar próximamente de otro Teatro Romano en Medellín.
Aquí de lo que se trata, es de
resaltar con mucha claridad, que Mérida no ha dejado de ser Capital jamás,
primero porque ya nació siendo la Capital de la LVSITANIA, una de las tres
provincias españolas de la época: (Tarraconense,
Hispalense y Lusitania), desde el año 25 a.
de C., más tarde y tras las invasiones bárbaras, a partir del siglo V d. C.,
años 466-484, Mérida continuó siendo un importante enclave llegando a ser la
Capital de todo el Reino Visigodo de Hispania en el siglo VI, en
tiempos del Rey Eurico.
En
el año 713 la ciudad cayó en manos musulmanas,
en las que permaneció hasta su reconquista
por los cristianos
en 1.230; fecha en la que por cierto
algunas ciudades importantes de Extremadura, no habían nacido o estaban en
pañales todavía. Y en reconocimiento a su pasado esplendoroso
en 1.983 (siglo XX d. C.)
fue designada Capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura.
Dicho lo dicho, no entiendo cómo se puede decir tan
subjetivamente, aunque seguro que con mucha y ardua pasión, cosa que aplaudo,
que “Mérida
ha vuelto a ser Capital romana”, cuando la realidad es que Mérida nunca
dejó de ser la Capital, aunque muchos pretendan ignorarla y omitirla.