Van los días como flechas. Plena veda de larga travesía. Los espereros a lo suyo y algunos en cata del duende del bosque. Los demás, a verlas venir, como el que dice. En efecto, a verlas venir…a las tórtolas, que ya andan de crianzas y esos menesteres
. Orden de vedas, leyes de caza, reglamentos…unos contentos y otros
no tanto. El caso es que seguimos en lo de que hay que rascarse el bolsillo si
se quiere caza. Y los tiempos, los años, no están para florituras económicas,
que digamos. Desde arriba, qué. Nada. A recaudar se ha dicho. Tasas a tutiplén
y por doquier. No sabemos cómo, pero del asunto social tratamos de evadirnos
para encontrar cierto sosiego de espíritu. Y para ello, nos asomamos al monte, a mirar el escenario
de nuestros sueños. Ya hay quien ha visto a madame perdiz con sus pollitos. El
año vegetal, de perlas; el tiempo, frío;
hay retraso general, pero todo se andará. El cazador ilustrado, a los libros, o
a internet, que tiene de todo. El matarife, a su negocio, que será engañar al
incauto, mediante la caza, para seguir llenando su andorga. ¿Caza sembrada? A
ver si no. Aún quedan románticos que creen en un hombre libre, en campo
abierto, tras una pieza silvestre. Por desgracia, los menos. Epur…si muove.