Un buen número de espectadores disfrutó de un novedoso y ágil montaje de la original versión de la mejor tragedia de Sófocles, que I.Timón y E. del Valle supieron actualiza, insuflándole las aspiraciones pacifistas y solidarias de nuestro siglo XXI .
El renovado guión rezumaba
influencias del francés Anouilh y
también del alemán Brecht, al sacar como
contraste distanciador a una orquestina circense de “los perroflautas”, cual
desenfadado coro griego, bien apoyando
el justo afán de Antígona en su humano deber de enterrar a su hermano “el
traidor” Polinices y en otras al tirano Creonte, un sobreactuado Chete Lera,
que apabullaba oral y corporalmente a todo el elenco.
Entre el discreto reparto destacan, además de la muy creíble Antígona, la
estelar actuación de una bella y expresiva Montse Díaz, y el ágil
guardián-mensajero Chema de Miguel, así como la pianista Montse Muñoz, quien
supo resaltar musicalmente las escenas claves del inicial enfrentamiento de las
dos hermanas y especialmente en el vibrante y catártico epílogo de la
protagonista, a la que después la arrullan con una tierna nana: ¡gran acierto
la música en vivo!.
Alusiones críticas a todas
las guerras, pretéritas y actuales, junto con la justa defensa de los derechos
humanos , la joven Antígona, cual integrante del 15-M, denuncia los opresivos
abusos del poder, especialmente masculino, en alusión a las víctimas de género
y a las reivindicaciones de desenterrar a los muertos de las fosas comunes y
darles una digna sepultura (Ley de la Memoria Histórica), guiños
actualizadores de un clásico que revivía
y hacía vibrar e interpelar a los buenos
aficionados. Otro detalle actualizador es la constante presencia de la tele,
cuyo ambiguo cámara – en clara referencia al malogrado José Ouso- perseguía
servilmente al poderoso y lo proyectaba en la pantalla, que era todo el
decorad. Con escaso atrezzo, un
vestuario y lenguaje moderno, han sabido mantener el interés de un gratamente
sorprendido público, que les premió con merecidos aplausos.