Entre los más de dos millones de jóvenes de 180 países y entre ellos más de tres mil españoles, juntos y bien organizados, protagonizaron una intensa semana de reflexión, oración y convivencia emocionada. Tras unos días de catequesis en distintas lenguas, a cargo de varios obispos, la playa de Copacabana fue el principal escenario de varios encuentros supermultitudinarios muy espectaculares y hondamente vividos por una entusiasta e imparable marea joven.
El Papa
Francisco los responsabilizó en la renovación de una Iglesia más dialogante con
la periferia y con una actitud evangélica y prosocial; o sea menos
autorreferencial y funcional, más sencilla, austera y evangelizadora. “Les invito a
que conviertan la Iglesia en la casa de todos, más callejera y
universal, a mojarse por el Papa y empapándose con la Iglesia, que seáis los
protagonistas del necesario cambio eclesial, girando hacia lo esencial del
Evangelio; pero la verdadera revolución comienza en ti”, les dijo.
A las
autoridades brasileñas les recalcó que
“el diálogo es el único camino para lograr una convivencia en paz y que
gestionen un Estado laico, pero que valore la Religión y que asegure a todos
dignidad y solidaridad, o sea que a nadie le falte lo necesario”.
A los
obispos brasileños que “recuperen la ilusión, que reconstruyan una Iglesia
adulta, ampliando el compromiso femenino y con los alejados de la fe, que sean
los invitados VIP”.
Se despidió de todos ellos hasta dentro de un
par de años en la ciudad polaca de Cracovia.