La delegada de Sanidad, Pilar Blanco, ha informado de que más de 4.000 jóvenes se han beneficiado de los Talleres de Prevención de Drogodependencias en el curso 2012-2013.
manifestado que, como
administración local más cercana al ciudadano, el Ayuntamiento está en la
obligación de fomentar, prevenir o de favorecer los hábitos saludables de los
ciudadanos.
La delegada ha
destacado que el cien por cien de los centros educativos de Secundaria de Mérida se habían acogido a los talleres, resaltando que esta
actividad se le propone a todos los centros educativos y son éstos los que
voluntariamente se acogen o no”.
El proyecto se desarrolla desde hace siete años y han pasado por él
más de 25.000 alumnos de forma gradual según las edades. En el curso 2012-2013,
se beneficiaron de él unos
4.000 jóvenes, con un rango de edad comprendido entre los 12 y 16 años.
Blanco ha
matizado que son los colegios quienes deciden qué tipo de talleres y a qué cursos
impartirlos, por lo general a alumnos de Secundaria, si bien hay colegios que
deciden comenzarlos a dar en primaria, puesto que la realidad es que sus
alumnos están en contacto con este tipo de adicciones a esas edad”.
Los objetivos que se perseguían eran diversos, según la delegada: “Se
ha pretendido aportar información real a los jóvenes sobre los efectos del
consumo tanto del tabaco, como del alcohol o de otro tipo de drogas, así como
que los adolescentes desarrollen actitudes y comportamientos alternativos a
ellas, transmitiéndoles hábitos de vida saludable, y enseñarles la diferencia
entre la información que se da a través de los medios de comunicación o
publicidad sobre esta temática y la realidad que se da en la sociedad”.
Blanco ha
destacado la metodología que se utiliza en los talleres, que “huyen de las charlas convencionales sobre
el tema en cuestión; son plenamente activos, donde los propios chicos generan
sus propias experiencias. Por ello, para que los jóvenes se hagan partícipes y
les cale el mensaje, la metodología es totalmente activa”.
“Los propios chicos van a vivir y a ver, a través de experimentos, la
realidad de cómo influyen las drogas; para ello adquieren conocimientos sobre
el funcionamiento del cerebro y cómo actúa el uso de éstas en él, siempre con rigor científico”, ha
concluido.