VACACIONES SIN RETORNO

Iban
a pasar la fiesta de Galicia con familiares y amigos, pero nunca llegaron a
Santiago el 24 de julio: 79 fallecidos; circulaban con sus vehículos por la
carretera, la mayoría de vacaciones, pero jamás volverán: 113 en julio, 69 en
agosto, 20 de ellos en el último puente de la Asunción; disfrutaban del mar o
en la piscina para mitigar los calores veraniegos, pero perecieron ahogados:
100 en lo que va de año en España.

            Son personas con nombres y apellidos
que jamás volverán a disfrutar de vacaciones, porque ya duermen el sueño
eterno; pero tras ellos dejan no solo unas vidas truncadas por la muerte,
proyectos por cumplir, sueños por alcanzar; sino, también, llanto, dolor,
lágrimas, ausencias que nunca podrán ser sustituidas por otros. El número
nubla, desde la perspectiva temporal de quienes no hubiéremos parentesco con
ellos, el dolor más vivo y cercano de quienes sintieron sus llamadas perdidas,
de los que oyeron lo que nunca desearen oír. Solo el tiempo cura las heridas
que a los demás nos provocan quizás tan solo unas lágrimas, tras ver las
dramáticas escenas de los cuerpos quebrantados, inertes, ensangrentados…;
pero qué pronto olvidamos quienes nos encontramos en la otra orilla y volvemos
a tropezar en la misma piedra, una y otra vez. Y nos decimos los unos a los
otros: más vale llegar tarde, pero volver; regresar para empezar de nuevo, para
irnos otro año de vacaciones; pero, desgraciadamente, a muchos se les
terminaron.

            Nadie recuerda ya el trágico
accidente ferroviario de Santiago, que nos sorprendió a todos en el ecuador
vacacional. Las cifras aumentaban por minutos… Perdimos la cuenta; ya la
hemos olvidado. Tan solo queda el desconsuelo de sus familias; la investigación
judicial, que nos les devolverá a la vida, aún con 26
víctimas hospitalizadas, aunque ninguna ya en estado crítico
, pero con 79
fallecidos.

            Hay otro cáncer —el de las tres C (corazón,
cáncer y coche)– al que se aludía hasta no hace mucho, al referirnos a las
principales causas de muerte, aunque los accidentes de circulación hayan
rebajado la cifra sustancialmente, gracias a una mayor concienciación de los
conductores alentados por las campañas de Tráfico. Sin embargo, la noticia de
hoy, con 20
muertos en las carreteras
durante el puente de agosto,  eleva la cifra del mes a 69, a los que hay
que añadir los 113 muertos en julio y los 676 en lo que va de año.

            Hay un tercer dato, también ofrecido
hoy, que no nos debe pasar inadvertido: las
113 personas ahogadas en España en lo que va de año
(más de 50 en verano),
contando las dos jóvenes ecuatorianas fallecidas el domingo último en el
embalse de Valmayor (Madrid).

            De nada valen las estadísticas
comparativas que nos hacen ver que el número disminuye con respecto al año
anterior. Sus nombres quedarán para la posteridad, con  los sueños rotos, la juventud truncada, sus
familias destrozadas por el dolor de su ausencia… No habrá colegio para los
menores, trabajo para otros, vacaciones para todos, perdidas en la vía, en la
carretera, el mar, la piscina, el pantano, la charca…, vacaciones sin retorno
a la vida que se nos regalare para vivirla, con vacaciones o sin ellas, que no
volverán jamás…