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Un afilalápiz de manivela, pieza del mes del Museo Etnográfico de Olivenza

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Fue donado al museo en 1999 por un vecino de Pueblonuevo del Guadiana

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El sacapuntas es uno de los objetos más utilizados
en los centros educativos. Su capacidad para afilar lápices ha posibilitado que
varias generaciones de escolares hayan podido
 
-y puedan- realizar sus tareas con trazo fino y sin miedo a equivocarse.

 

 

Antes de existir este útil como tal, en las
primeras décadas del siglo XX, se sacaba punta a los lápices con instrumentos
tan cotidianos como el cuchillo. Después se comenzó a usar la hoja de afeitar,
o como la llamaban en la época: ‘el acero’.

 

 

El invento del sacapuntas se atribuye al
matemático francés Bernard
Lassimone, quien solicitó la primera patente en 1828. Pero el primer sacapuntas
manual fue una creación de Therry des Estwaux, en 1847. Otras fuentes apuntan
que este invento, al menos en su concepto actual, llegó bastante después, en
1945, y fue obra del vasco Ignacio Urresti. Aquel modelo, inspirado en un
molinillo de café, funcionaba a manivela y pesaba 1,29 kilos. Con este formato,
se realizaron poco tiempo después, sacapuntas para el uso de oficinas, y así
surgen los afilalápices de sobremesa.

 

 

De este tipo es el ejemplar que exhibe el Museo
Etnográfico este mes de septiembre, un modelo de los años 50, marca ‘El
Casco’
. Consta de una manivela que hace girar unas cuchillas. Cuenta con un
sistema que puede  regular la cantidad de punta que se desee. Las virutas
caen dentro de un depósito con portezuela en la parte inferior para su vaciado.
Esta curiosa pieza fue donada al museo en el año 1999 por un vecino de
Pueblonuevo del Guadiana.

 

 


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