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JIMBER, EL ÚLTIMO SIMBOLISTA, por Carmelo Arribas

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Pero acérquense a su obra, cada uno de sus cuadros está cargado, además de su impacto estético, de una lectura amplia.

[Img #30228]Hasta el 30 de Septiembre
permanecerá abierta “mañana y tarde”, como hace constar el cartel anunciador de
la misma, en el Aula Cultural de la Caja de Badajoz, en la Pza. de Sto. Domingo
de Mérida, la exposición de pintura de José Jiménez , “Jimber”. No cabe duda
que cualquiera que vea un cuadro suyo,
 lo identifica instantáneamente por su personal
manera de volcar en él
 una estética
característica.”Yo tengo la ventaja de no haber pasado por una facultad de
  Bellas artes, y así hago lo que quiero sin el
impedimento de tener que hacer las cosas de la manera que me enseñaron”.-Me
comentaba. Y
  esto que para muchos podría
en un impedimento se convierte en Jimber en una cualidad ,
 ya que crea sin unos condicionamientos
preconcebidos, produciendo unas obras que lo convierten en uno de los pintores
con una forma de pintar más personal y que además lo engloba dentro del grupo
de los mejores, dentro del panorama artístico de Extremadura.

 

Con esa obsesión, que siempre se
tiene de querer encasillar, en unos conceptos preconcebidos, lo que a veces deberíamos
considerar como personal e inclasificable, 
se le han aplicado a su pintura los calificativos de “naif” y
“surrealista”.  Es posible que algo de
ello exista, desde el momento que alguien ha querido ver algunas de las
características que definen estas corrientes artísticas, como la “candidez e
ingenuidad”,  que  los diccionarios  y tratados de arte consideran  elemento consustancial del arte “naif”, que a
veces  se descubre en las imágenes de sus
cuadros, pero esta es una sensación engañosa, 
porque constituye en cierta manera una contradicción frente a los que  las engloban en un mundo surrealista,  ya que Jimber  tiene también, en lo onírico e inconsciente,
el filón con el que manipular las imágenes para llegar a una sensación alejada
de la realidad.  Que de esto hay algo en
su pintura, es evidente, pero ambos conceptos quedan englobados en otro, que lo
define más adecuadamente; El Simbolismo. 
Jimber   cumple cada uno de los
términos que englobaba el “Manifiesto Simbolista “  –No se pinta el objeto en sí mismo, sino para
trascender a otros ámbitos a través de la intuición y la contemplación.
–Interesa la capacidad de sugerir, de establecer correspondencias  entre los objetos y las sensaciones.-Plasma sus
fantasías por medio de la alusión al símbolo y a una rica ornamentación- Utiliza
colores fuertes para resaltar el sentido onírico –Es la suya  una pintura de ideas,  sintética, subjetiva y decorativa.

 

[Img #30229]Sin duda las relecturas de
cuadros como las “Meninas”,-uno de los que más éxito tienen- la mujer de la
ventana, de Dalí , con una magnífica interpretación,  el “beso” de Gustav Klimt, otro simbolista,
lo engloban dentro de esa filosofía del Manifiesto simbolista, sin haberlo, él,
nunca pretendido. La decoración que rodea las figuras, algo que puede verse insinuado
en el “Autorretrato” realizado por Gauguin, otro simbolista,  con unas flores cuyos tallos convierten a sus
cuadros en un especie de cristaleras,  lo
 aproximaría también a ese sentido
trascendente que emana de sus cuadros, algo también buscado por los
simbolistas.

 


Pero acérquense a su obra, cada uno de sus cuadros  está cargado, además de su impacto estético,
de una lectura amplia.  El sensual “baño
del niño” aporta no sólo la ternura que podemos ver en los cuadros, de tema
semejante, de la impresionista Mary Cassat, sino una sensualidad agradable y
nada agresiva, algo que también emite “la música que amansa  a las fieras”, y podríamos seguir con esa pareja
que baila, mientras los criados sostienen un paraguas, con una lecturas de
fondo que permitirían un largo comentario, pero en el que además, su estética,  nos aproxima al Modernismo, confirmando, de
esta manera, este espíritu Simbolista en el que, si quisiéramos encuadrar a
Jimber, podríamos colocarlo. Cuadro a cuadro nos permite unas lecturas que
superan la mera contemplación. Pero el que constituye un alarde de equilibrio
compositivo es el de esa pareja, cuya realización se aleja de lo habitual en él,
que pasean uno al lado de otro, y que ocupan uno de los lados del cuadro, lo
que originaría una descompensación, que es contrarrestada por las sombras que
proyectan, elemento extraño en su pintura, porque quizás, como los japoneses,
este es un elemento negativo, porque sólo existen los objetos e incluso la luz,
y en los que, conceptualmente, la sombra es su ausencia, quizás,  con ella, nos está describiendo el desamor.

 

Cuando todo parece que evoluciona,
e incluso los pintores pasan por diversos momentos estéticos, Jimber sigue fiel
a sí mismo desde el principio, y tiene razón, si lo que hace está bien, ¿para
qué evolucionar?


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