Gustó la moderna y respetuosa versión a cargo de I. Gª May del shakespeariano e isabelino drama que la UNIR (Universidad Internacional de la Rioja) trajo a Cáceres, desde donde harán una gira que irá desde Madrid hasta Colombia; pero el escaso público apenas se rio con las desenfadas ironías y parodias, como la del teatro dentro del teatro y otras muy humorísticas; aunque sí se emocionó con la formidable historia de un polifacético Tomás Moro, que escaló importantes puestos, que pone equilibradamente al servicio del pueblo, de su fe católica y de la sensata verdad, aun a costa de ser decapitado: estuvo en todo momento excelentemente interpretado por Jose Luis Patiño.
El otro personaje que juntos soportan el peso
de la obra y que es clave en la moderna versión es el historiador inglés,
genialmente llevado por Richard Collins, que supo presentar con enorme
naturalidad, enlazar y comentar escenas e incluso interpretar otros episódicos
papeles como el de fotógrafo oficial o de agitador social con megáfono, que
fueron simpáticos y anacrónicos guiños al público. Destacaba su gran proyección
de voz y su omnipresente saber estar en escena con su impecable traje moderno,
que contrastaba con los atuendos
renacentistas del resto del elenco, que
encarnaban diversos papeles plebeyos o cortesanos, los cuales cuidaban
grandemente su dinámica expresión corporal
y oral. Hubo un momento en que la plebe revolucionada por
reivindicaciones sociales del 1 de mayo, invadieron el patio de butacas y
fueron sabiamente calmados por el protagonista, el cual les lanzó un utópico y
equilibrado discurso de simultanear el respeto a Dios, al monarca y al orden
social. La mayor parte de los actores supieron desdoblarse al variado cambio de
papeles que les tocó interpretar con gran soltura y dinamismo destacando Manu
Hernández en sus papeles de Erasmo y el fiscal.
La estructura circular de la obra se resaltó
acabando escénicamente donde comenzó, o sea en su lóbrega celda de la Torre de
Londres, donde fue ejecutado; pero que con unos ligeros cambios de atrezzo,
unos muy movibles taburetes, y distintas
proyecciones sobre el ciclorama y con los pertinentes cambios de vestuario.
Todo ello permitió al buen equipo que dirigió la inglesa Tamzin Townsend revivir los momentos biográficos más
relevantes de este santo mártir, jurista, filósofo y teólogo que fue Sto. Tomás
Moro, en un colosal flashback.
El
reducido público supo apreciar esta sabia modernización del cuasi desconocido
drama del genial W. Shakespeare y su cuadriga isabelina y disfrutar con la
jugosa interpretación y ágil montaje, con el que así ratificó el merecido éxito
de su estreno teatral en el Festival de Almagro de este verano.