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EL ESPAÑOLISMO VERGONZANTE

OPINIÓN
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[Img #32075]Uno
podría pensar que tal adjetivo no es correcto, vista la definición que de la
palabra “vergonzante” dice la RAE:
Vergonzante.1. adj. Que tiene vergüenza. Se dice regularmente de quien pide limosna con
cierto disimulo o encubriéndose. Pena o castigo que consistía en exponer al reo
a la afrenta y confusión públicas con alguna señal que denotaba su delito.


Pero, si se examina con
cierta profundidad,  tal definición se
ajustaría al modo de considerarse algunos en su pertenencia a la nación en la
que han nacido, porque, evidentemente, tienen vergüenza y piden una limosna de
aceptación de su identidad, con cierto disimulo o encubriéndose.


Y efectivamente, por
parte de algunos gobiernos autonómicos,  como el de Cataluña e incluso en el País
Vasco, a los que se sienten españoles los someten a la afrenta y confusión pública. En varios medios de comunicación el 19/11/2013 salía la siguiente
noticia.
El consejero del CAC (Consell de l’Audiovisual
de Catalunya)
y
expresidente del PPC, Daniel Sirera,
ha denunciado en su
muro de Facebook que varios nacionalistas catalanes lo insultan en
plena calle por no ser… separatista. De hecho, uno de los insultos que uno de
estos individuos utilizó fue «español
de mierda».


Así es comprensible, en estos
lugares, que exista este sentimiento de “españolismo vergonzante”. Porque
cuando uno lee cosas, como la que escribía en un foro de la Vanguardia uno de
los foreros; “Yo me siento extremeño y catalán, porque es donde nací y donde
vivo, pero nunca me he sentido español”. Uno cae en la cuenta de la inculturación
y rechazo, a veces con la complicidad de cierta prensa que se decía progre, que
se ha llevado en los últimos años,  con
contenidos y opiniones, la mayoría, que muestran  su rechazo a una idea, que tachan de
franquista  y hasta facha, de la unidad
de España y el sentimiento de pertenencia a la misma, y que han ido destilando,
subliminalmente, o no tanto, despreciando o criticando a ciertos personajes o
actuaciones históricas, infiltrándose, poco a poco, esta idea en la mente de la
población española y haciéndola sentir de su pueblo o de su lugar de residencia,
 pero en modo alguno como pertenecientes a
un concepto superior y unificador que se llama España. Algo así salvando las
distancias a como decían, hace no mucho, Felipe González y Joaquín Leguina sobre
su partido “soy militante del psoe pero no simpatizante”.


Y a uno le da cierta envidia ver
cómo un norteamericano se enorgullece de su pertenencia, cómo un francés hace
gala de su identidad y de cómo un inglés no alardea de nada porque ¿para qué?,
si es superior. Frente a los acomplejados españoles que podrían, en todos los
sentidos dar sopas con honda a cualquiera de ellos.


¿Se imaginan que en España hubiera
habido unos personajes como los vikingos, que se dedicaban a arrasar
poblaciones, matar sin más, y llevarse todo lo posible? Bueno, pues en los
países nórdicos, no sólo no sienten vergüenza histórica, sino que los han
mitificado y se sienten orgullosos de ellos. Aquí, si hubieran sido españoles, no
faltarían pseudohistoriadores y personajes imbuidos de lo políticamente
correcto,  que recordarían, día sí y día
también, que tales elementos eran unos impresentables, saqueadores y asesinos.
Por cierto, los vikingos fueron vencidos varias veces en España,  y tuvieron que devolver lo robado, soltar a
los prisioneros que pensaban vender o utilizar como esclavos y admitir unas
condiciones humillantes, para quien sólo conocía el saqueo y la guerra.


Como también fueron vencidos, por
dos veces, la segunda todavía más llamativa ya que vinieron con las
embarcaciones más preparadas y los más aguerridos samuráis, que había en Japón,
para vengar la derrota primera y tras esta, ya  no lo volverían a intentar, mitificando a sus
adversarios, con leyendas,  porque  los soldados españoles  de Filipinas, no harían filigranas con las
catanas, pero debían saber pinchar mejor que ellos, sin tantos aspavientos, con
sus espadas forjadas en Toledo.


Un día me pidieron dar una
conferencia sobre el  Patrimonio, y la di
sobre el Patrimonio Inmaterial, algo intangible 
pero que es, como la electricidad, 
que a pesar de no verse mueve motores 
e ilumina nuestra vida.


Y este Patrimonio inmaterial formado
por un sentimiento de pertenencia, basado en un orgullo histórico, es mucho más
importante que incluso los patrimonios arquitectónicos y culturales que vemos
físicamente y que sirven como 
componentes de esa argamasa que sustenta precisamente parte de ese Patrimonio
inmaterial, con el que construimos nuestra identidad como pueblo, identidad que
algunos quieren, como en los antiguos asedios, destruir, para poder asaltarnos
y manipularnos a su antojo.


El debate sobre el “ser de
España”  y de lo español, surge a finales
del XIX con la aparición de los nacionalismos periféricos. No es de extrañar
que ante ellos, personas como  el
romántico Larra reaccionaran de modo diferente 
a uno  “le dolía  España” y 
el filósofo  Ortega y Gasset   definiría, esa incertidumbre creada, afirmando
que : «Lo que nos pasó y nos pasa a los españoles es que no sabemos lo que
nos pasa
»


Y es que, siempre, la confusión es
la mejor arma que utiliza el enemigo frente a un ejército, para garantizarse el
triunfo, aunque sean menos y armados con peores armas.


 


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