Este comentario, no hace referencia, hoy, a lo que uno encuentra ahora en todos los
periódicos y medios de comunicación, en páginas destacadas, pero me pareció, al
leerlo en la prensa, una noticia interesante y esperanzadora. Tengo que reconocer
que lo que de entrada se me había ocurrido, para escribir, era hablar de todas esas cosas, que enturbian
nuestra confianza en las Instituciones.
Como la
imputación de la Infanta Cristina, por la sospecha de aprovecharse su
marido de la situación honorífica de su mujer, y ella no darse por enterada . Y de todas esas otras corruptelas, trinques
y abusos de quienes deberían haber gestionado
los dineros públicos para lo que iban destinados, y que acabaron en sus
bolsillos. Pero como buena noticia, siempre se puede pensar, que todo esto
cierra, en cierta manera, un penoso período político, cuya filosofía
estaba en lo que una ministra, para más
inri de cultura, como Carmen Calvo, dijo un 29 de mayo de 2004; «Estamos
manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie.» Y
evidentemente, lo que no es de nadie, tiene dueño rápidamente, si es
provechoso. Nada nuevo sin embargo. A
los que tenemos unos cuantos años, no nos es desconocida la palabra “estraperlo”,
pero su origen no era ese mercado negro que existía en la posguerra civil, en
el que, ante la escasez de productos de primera necesidad, unos trapicheaban
con, azúcar, harina…para sobrevivir, y
otros se hacían ricos.
El
origen de esta palabra fue el abuso de varios personajes, en 1934, cuando tras
estar prohibido el juego en España, se abrió un Casino en San Sebastián (Guipúzcoa). Varios del Partido Radical habían hecho valer sus influencias para conseguir la
autorización, a cambio de un porcentaje en el negocio. Alejandro
Lerroux (lider del Partido Radical) recibiría el 25 por
ciento de los beneficios; Joan Pich i Pon, un diez por ciento; Aurelio Lerroux (sobrino
de Alejandro Lerroux), Miguel Galante y el
periodista Santiago Vinardell, un 5
por ciento. Además, para asegurarse la cooperación del ministro de la
Gobernación Rafael Salazar Alonso, Joan Pich i
Pon se había comprometido a hacerle llegar un soborno de 100.000
pesetas. Lerroux había fundado Unión Republicana, con Nicolás Salmerón, pero
este, nacido en Almería, abandonó el partido para incorporarse a la coalición Solidaridad Catalana en 1906, de ideología
nacionalista catalana. Como se ve esto de aprovecharse del cargo, para llevarse
un jugoso tanto por ciento, y de que, en Cataluña, los charnegos acaben siendo
más nacionalistas que los autóctonos, no viene de ahora.
Pero la noticia que me impactó y que citaba al principio,
fue una, sobre la que la mayoría de la gente habrá pasado la vista por encima,
sin pararse ni tan siquiera en acabar de leer los titulares. “La oliventina Rita Asensio Rodríguez ha fallecido
este jueves a los 90 años de edad en la localidad que le vio nacer, Olivenza”
¿Y dónde está la noticia? En que
esta mujer amó y conoció su pueblo como nadie.
Escribió libros sobre la vida local; “Cosas de Olivenza” “Dichos
Oliventinos”. Estudió música y dirigió coros, rondallas, y colaboró en diversas
agrupaciones artísticas. Pintó y coordinó
Bienales de pintura en los años setenta.( Época de ninguna subvención y
sequía cultural, por la emigración). No es de extrañar que ante toda esta
actividad, fuera nombrada hija
predilecta, en reconocimiento a la
continuada trayectoria desinteresada al servicio de la cultura oliventina.
Rita a quien no conocí, es la personificación de tantos personajes, que se
desviven desinteresadamente para enriquecer a su pueblo, histórica y
culturalmente, son elementos imprescindibles para conocer un pueblo, pero
que pese a su grandeza personal, apenas si son conocidos fuera de su ámbito.
En estos tiempos de crisis de todo tipo, en los que el desánimo y la
desconfianza ciudadana, se alimentan todos los días de las portadas de los
periódicos y los telediarios, vaya mi homenaje a esta mujer y a tantos Grandes
Personajes, anónimos, que consiguen, que,
pese a todo, la memoria y cultura, de los pueblos, se enriquezca, , aunque su nombre y su
grandeza personal, apenas supere nunca la categoría de anónimos.