Si bien el cáncer infantil es un problema que se ha incrementado en todo el mundo, casi todos los casos son curables si se diagnostican y atienden a tiempo
El
Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia, a
través de la Dirección de Prevención y Tratamiento del Cáncer en la
Infancia y la Adolescencia, celebrará el próximo 15 de Febrero el Día
Internacional del Niño con Cáncer.
Esta celebración tiene el
propósito de fortalecer las actividades del Consejo Nacional para la
Prevención y el Tratamiento del Cáncer en la Infancia y la Adolescencia,
quien a 3 años de trabajo ha tenido grandes logros en relación a la
prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno del cáncer en menores.
El
cáncer infantil ha ido en aumento a nivel mundial y el problema más
grave está cuando no se detecta a tiempo, ya que en casi todos los
casos, se puede controlar y curar con el tratamiento adecuado.
Entre
los síntomas del cáncer infantil están: dolores no justificados,
palidez, pérdida de peso sin causa aparente, fiebre, falta de apetito,
dolor de cabeza, cansancio, mal estado de salud en general, falta de
interés en el juego y ausencia de alegría.
Otros síntomas pueden
ser. Sudoración excesiva, mareos, vómitos, estrabismo o poner ojos
bizcos, secreción en el oído, sangrados abundantes de nariz, puntos
rojos o moretones en la piel, dolor de hueso y articulaciones, sangrado
de las encías, bolitas en cuello, axilas o ingles, aumento de tamaño del
bazo e hígado y/o sangrado vaginal.
Entre los tipos de cáncer infantil, resaltan:
- Leucemia linfoblástica aguda:
Representa el 35% de todos los cánceres infantiles. Es una enfermedad
de la médula ósea que se caracteriza por un aumento incontrolado de
glóbulos blancos inmaduros, los cuales pierden sus características
normales, y a medida que aumentan, desplazan de la sangre y de la médula
ósea a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanas. - Retinoblastoma: Es un tumor maligno que se origina en la retina de uno o ambos ojos ya sea en un sitio único o en focos múltiples. Es
más frecuente en los niños menores de 40 meses, aún cuando se presenta
desde el recién nacido. Por lo tanto el paciente puede nacer con la
enfermedad o presentarla posteriormente. - Linfoma no-Hodking: Es
una enfermedad maligna aguda-subaguda del sistema inmune, que involucra
ganglios linfáticos, bazo, timo, amígdalas, médula ósea, testículos y
liquido cefalorraquídeo. Se origina a partir de
linfocitos inmaduros, que están en los ganglios linfáticos. Su
localización más frecuente es a nivel abdominal y en cuello en la región
submandibular, aunque puede presentarse en cualquier lugar donde
existan ganglios o como masa abdominal o mediastinal. - Linfoma de Hodgkin:
Es una enfermedad maligna del tejido linfoide, que puede afectar
ganglios linfáticos, hígado, bazo y médula ósea. Se origina de las
células que formarán las glándulas suprarrenales y los ganglios
simpáticos del sistema nervioso simpático. Se puede presentar a nivel
cervical, mediastino, pelvis. Ganglios paraaórticcos y suprarrenales. Es
de los pocos tumores que producen síndromes paraneoplásicos, lo cual
puede causar confusión. La localización a nivel de las glándulas
suprarrenales es la más frecuente (50%). - Neuroblastoma:
Es el tumor sólido fuera del cráneo más frecuente en la infancia;
corresponde del 7 a 14 % de las neoplasias malignas en pediatría. La
primera manifestación clínica suele ser el crecimiento de uno o varios
ganglios sin una causa aparente. Afecta principalmente los ganglios del
cuello (70%), y con menor frecuencia los supraclaviculares, axilares,
mediastinales e inguinales. Estos ganglios se caracterizan por ser:
indoloros, duros, de consistencia leñosa y habitualmente adheridos a
planos profundos. - Tumor de Wilms: Es el tumor
renal maligno más frecuente en la edad pediátrica y uno de los tumores
abdominales más comunes de la infancia. Se presenta principalmente en
niños de 2 a 4 años de edad, y puede afectar a uno o a ambos riñones. Se
asocia con defectos congénitos como malformaciones del tracto urinario,
ausencia del iris (aniridia) y hemihipertrofia (aumento del tamaño de
un lado del cuerpo). - Osteosarcoma: Es el tumor
renal maligno más frecuente en la edad pediátrica y uno de los tumores
abdominales más comunes de la infancia. La mayoría de los casos ocurren
entre los 10 y 15 años de edad, que es el periodo de más rápido
crecimiento del adolescente; sin embargo, puede presentarse en otras
edades. Es una neoplasia altamente maligna que afecta principalmente las
placas de crecimiento de los huesos largos de las extremidades (fémur,
húmero, tibia y peroné). Los sitios más comunes son el fémur, la tibia y
el húmero. - Rabdomiosarcoma: Es
el tumor maligno de los tejidos blandos más frecuente en niños y niñas
entre dos y cinco años de edad. Esta neoplasia se puede presentar en
cualquier parte del cuerpo con excepción de hueso. Los sitios más
frecuentes son cabeza y cuello; extremidades y vías genitourinarias;
otros lugares menos frecuentes incluyen tronco, órbitas y retroperitoneo
(abdomen). Al momento del diagnóstico el 25% de los pacientes pueden
tener metástasis a pulmón, medula ósea, huesos y ganglios linfáticos. - Meduloblastoma: El
tumor más frecuente del Sistema Nervioso Central, localizado
principalmente en la línea media, a la altura de la fosa posterior.
Comprende de 20 a 25% de todas las neoplasias del Sistema Nervioso
Central, presentando su máxima incidencia a los cinco años de edad. - Astrocitoma: Segunda
neoplasia intracraneal más frecuente en los pacientes pediátricos. El
pronóstico depende de manera muy importante del diagnóstico temprano ya
que a pesar de su alto grado de malignidad puede ser curable.
Así
que ante cualquier duda o síntoma, se debe consultar al médico para
prevenir el avance de la enfermedad y dar el tratamiento adecuado y
oportunamente.